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Espectáculos |REENCUENTRO Y RECUERDO

Rebeldes con causa: bandas platenses que marcaron los 90

Buscaban un sonido y un escenario donde “socializar” y poder volcar su “rabia adolescente”. Lo encontraron en el punk, el thrash, el metal y el hardcore, y lo convirtieron en su “lugar en el mundo”

Rebeldes con causa: bandas platenses que marcaron los 90

Algunos DE LOS integrantes de diez bandas platenses que dejaron huella en el sonido de fines de los 80 y principios de los 90 DURANTE UN NOSTÁLGICO REENCUENTRO / HERLO RAMONE

3 de Septiembre de 2025 | 01:52
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Más de treinta años después de haber encendido el under de La Plata con rebeldía, autogestión y rabia juvenil, diez bandas del movimiento punk, thrash, metal y hardcore de fines de los 80 y principios de los 90 se reencontraron para repasar una época de música y militancia sonora. Aunque con matices diferentes, sus recuerdos revelaron una historia común: la de jóvenes inconformes que, sin saberlo, estaban escribiendo una página esencial de la contracultura local.

“Buscábamos un sonido, y un escenario posible donde socializar, y encontramos nuestro lugar en el mundo”. Esa frase, que atravesó el reencuentro entre los músicos presentes, resume lo que unió a esta escena: la necesidad de pertenecer, de expresarse y de desafiar los moldes impuestos por una sociedad que muchas veces los dejó al margen.

Las bandas compartían algo más que estilos musicales similares. Todas emergieron en condiciones de precariedad artística, sin acceso a tecnología, sin equipos propios. Se organizaban con lo que había y nadie se creía más que nadie. Los unía una ética de autogestión sólida, la amistad como motor, una juventud rebelde y creativa, y un fuerte rechazo a los estereotipos sociales predominantes.

A continuación, el recuerdo colectivo toma forma a través de la voz de diez bandas que marcaron la escena de esa época: Kobalto, Enérgica, Furia, Los Patanes, Monasterio, Embajada Boliviana, Pensar o Morir, Komadreja, OGT y 5 Sentidos.

Kobalto tocar como forma de abrir puertas

Para Gustavo Cardenes, bajista de Kobalto, todo empezó el 27 de noviembre de 1988 en el Club La Fraternidad de Tolosa. La escena thrash y metal era su fuente de inspiración, alentada por bandas como V8. “Pude ver a los V8 y decir: ‘yo quiero ser como ellos’”. Recuerda con nostalgia que lo artesanal era ley: “La publicidad la hacíamos de boca en boca o afiches a mano. No teníamos un peso para ir a una fotocopiadora”. Aún con esa precariedad, la música lo llevó a recorrer lugares que jamás imaginó: “Conocí Brasil, Bolivia, Perú, Paraguay”. Hoy, tras separaciones, reencuentros y músicos ausentes, Gustavo entiende ese pasado como algo que marcó su vida para siempre.

Enérgica la furia que empujó el cambio

Al igual que Kobalto, Enérgica nació impulsada por Maiden, Slayer y Metallica. La intención era experimentar y tocar la música que los conmovía, como relata Jhon Williams, su bajista. Su debut fue el 26 de agosto de 1989 en Mercedes. Según él, la solidaridad y la autogestión definieron la época: “La buena predisposición, conseguir lugares, invitar bandas, prestar equipos... sin estrellatos, nadie se creía más que nadie”. Para Jhon, ese movimiento significó un cambio generacional: “Un revivir de lo que pasaba musicalmente a nivel mundial”. La banda fue la forma de vivir la juventud con “toda la furia y la energía”.

Furia más que una batalla cultural

Furia apareció el 18 de enero de 1991 en el Teatro Larrañaga. Para Esteban Alejandro “Pollo” Pollola y Adrián “Yagui” Gonaldi, la música era resistencia. “Veníamos de una época de mierda en donde absorbimos un montón de cosas feas...”. Creen que dieron más que “una batalla cultural”: mostraron lo que podían hacer y registraron la rabia adolescente en música, ropa y actitud. Fusionaron punk, metal y hardcore con rebeldía. “Fue un rechazo al poder y a las grandes corporaciones”, dice Yagui. Pollo resume: “El amor por lo que hacíamos, la tenacidad y el ingenio para organizar fechas y no claudicar frente a la adversidad”.

Los Patanes amistad como arte

Para Diego Mont, guitarrista, Los Patanes nacieron del deseo de pertenencia. El debut fue el 4 de enero de 1992, en un cumpleaños de 15. “Era una búsqueda, sin dudas. Siento que me marcó a fuego”, dice. La conexión con amigos, shows, letras y movimiento fueron vitales: “Logramos que la banda siga viva, dejar ideas y letras en algunas cabezas. Ser felices”. Hoy ve que “hicimos ese movimiento por rebeldía y por gusto al arte y la música”. Lo esencial era la unión: “esa imagen de 4 o 5 tipos en la tapa de un disco, unidos”. La amistad fue lo único importante detrás de la música.

Monasterio punk desde el barrio

Monasterio debutó el 15 de mayo de 1992 en Arenas, mítico local de 7 entre 42 y 43. “Éramos todos del mismo barrio y nos unía la amistad desde muy chicos”, recuerda Andrés “El Vasco” Gonzálvez. Sin recursos ni formación, tocaban con una guitarra de una cuerda y cantaban sin micrófono: “teníamos que gritar”. Los 90 fueron duros: “No había ni para cigarrillos, y lo que había se compartía”. Para ellos, el punk no era estilo, sino contenido: “Nos gustaba esa música que hablaba por nosotros”. El Vasco resalta el espíritu colectivo: “Nos ayudábamos entre todos. Hacíamos carteles, panfletos, tocábamos donde nos dejaran, sin pretensiones”.

Embajada Boliviana identidad en resistencia

Para Emiliano “Cabeza” Elso y Julián Ibarrolaza, bajista y cantante, Embajada Boliviana fue refugio y expresión. “No encajábamos en un sistema social adolescente que exigía ciertos parámetros... desentonábamos”, recuerdan. Encontraron su espacio en la calle, en el punk y en la solidaridad de sus pares: “la unión y la perseverancia”. Debutaron el 12 de diciembre de 1992 en la Escuela Primaria Nº 102. “La falta de plata y recursos estimuló nuestro ingenio e intelecto artístico”, afirman. La banda les dio identidad, comunidad y otra forma de pensar el mundo.

Pensar o Morir la calle como contención

Juan Pedro Pereira, Juan Pablo Fava y Pablo Sebastián “Tatán” Barbera fundaron Pensar o Morir en 1993, primera banda hardcore platense junto a Juani Naum. “Éramos inquietos. No nos gustaba ir a bailar ni seguir estereotipos”, explican. Eligieron el hardcore metal skater porque era su identidad. La calle fue su escuela y contención: “La música nos enseñó y nos dio valores que no encontramos en otros lugares”. Su primer recital fue en 1993, y desde entonces la banda fue forma de “rescatarnos entre todos” y expresar los dolores de la adolescencia. “Tener una banda nos dio un sentido y un lugar de pertenencia”.

KOMADREJA contra los estereotipos

Con raíces ramoneras, Komadreja debutó en marzo de 1993 en una escuela para chicos con capacidades diferentes. Marcelo “Tati” Contreras y Pablo “El Nari” Marchesi sienten que la banda fue un movimiento bisagra: “todos encontramos el refugio que estábamos buscando y no lo hallábamos, y de repente apareció”. Entre pares se sentían a gusto: “un grupo de pibes con intereses comunes que eran difíciles para esa época”. Rebelarse, ir contra la corriente y decir algo distinto era la actitud. “Esta movida musical nos marcó a fuego, creo que a todos los de esa época les pasó lo mismo”.

OGT locura ramonera

Javier Nanni, guitarrista, recuerda que OGT nació de un despertar: “Fui a ver a Los Ramones y volví enloquecido. Me compré una viola y empecé a sacar los acordes”. El debut fue en la Media Nº11: “Juntamos pupitres para hacer el escenario. Era puro nervio, pero con muchas ganas de mostrar lo que hacíamos”. Desde entonces sabían que tenían mucho por ofrecer. “Fue romper con los miedos, el comienzo de todo”. Ser parte era también ser comunidad: “Fue espectacular afianzar la amistad. Nos sigue uniendo la música”, dice sobre un camino que resistió la adversidad.

5 Sentidos un legado que floreció

5 Sentidos debutó el 23 de diciembre de 1993 en el JIRTE. Para Sebastián Molfesa, Nazareno Speroni, Matías Tolosa y Leandro Molfesa, la banda dejó huella: “Cada uno formó su identidad musical propia, pero heredada de nuestra querida banda”. Nació del skate, la calle y la necesidad de decir algo distinto. “No nos conocíamos mucho entre nosotros pero sabíamos que estábamos haciendo una movida importante y que pertenecíamos a algo re copado”. Recuerdan la emoción de descubrir nuevas bandas en cassettes. Tres décadas después siguen haciendo música y mantienen vivo ese espíritu.

 

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