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Sexo casual entre amigos: las formas de mantener la relación después acostarse juntos

Una relación afectiva sin derecho a roce es la que caracteriza al compañerismo, al igual que sentir a una persona “como se fuera un hermano”. Pero, si los sentimientos son distintos y un aliado busca intimidad, ¿cómo se debe actuar? Los testimonios de los que pasaron por esa situación

Sexo casual entre amigos: las formas de mantener la relación después acostarse juntos

Freepik

13 de Julio de 2025 | 06:15
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“No éramos pareja, pero dormíamos juntos todas las semanas, veíamos series juntos, nos íbamos de viaje... ¿Cómo no me iba a enamorar?”, dice Sofía, una diseñadora gráfica de 34 años que terminó en terapia después de que su mejor amigo le dijo que había empezado a salir con alguien “en serio”. Es así como el sexo entre amigos se vuelve un tema espinoso, ya que muchas personas deciden la privacidad para hablar de estos temas. Al igual que Sofía, que profundizó que, con su amigo, habían sido compañeros con derecho durante casi un año. Habían jurado no confundirse, no mezclarse, no hacerse daño. Pero al final, la ficción se volvió más fuerte que las reglas. “Pensaba que podía manejarlo. Que el sexo no me iba a hacer necesitarlo más allá del cuerpo. Me equivoqué feo”, reconoce con amargura. Su historia no es la excepción: las amistades con derecho a roce -esas relaciones que combinan complicidad, sexo y una promesa de libertad emocional- crecen y se multiplican, pero no sin generar grietas o contradicciones en quienes las viven.

A Martín, un programador de 41 años, la experiencia le resultó todo lo contrario. Para él, fue un alivio en medio de un divorcio complicado. “Estaba saliendo de una relación de diez años, sin cabeza para nada. Con Julia nos conocíamos del laburo y empezamos a vernos. Nos gustábamos, pero sabíamos que no era amor. Dormíamos juntos a veces, compartíamos cosas, pero sin meternos en la vida del otro. Fue liberador. Me ayudó a recuperar confianza y a no estar solo sin necesidad de explicaciones”, cuenta. Martín dice que se terminó cuando apareció otra persona que sí quería algo más con él, y que Julia lo entendió perfectamente. “Nunca le prometí nada, ni ella a mí. Por eso funcionó”, reflexiona.

La falta de consenso y las diferentes maneras de percibir las relaciones pueden generar una ruptura en la amistad después de encamarse / Freepik

Las experiencias de Sofía y Martín representan dos extremos de una misma práctica: la de quienes se embarcan en una relación íntima sin querer cruzar la frontera del amor. Y aunque el guión puede parecer claro, lo cierto es que -como en cualquier vínculo- las emociones no siempre se dejan encasillar. Según diversos estudios y relatos, el riesgo más habitual es que uno de los dos termine involucrándose más de lo acordado, mientras el otro sigue jugando con la lógica del acuerdo original: sexo, afecto y libertad, pero sin compromiso.

NUEVAS EXPERIENCIAS

Ana y Diego tienen 29 y 30 años, respectivamente. Empezaron como amigos en la facultad. En pandemia, la relación se volvió física. “Estábamos encerrados, nos teníamos confianza y necesitábamos afecto”, recuerda ella. Al principio todo fluyó. “Nos veíamos cuando pintaba, no hablábamos todo el día ni nos celábamos. Pero un día Diego se puso raro. Me empezó a pedir que no viera a otros, que no suba fotos con nadie... ahí se me prendieron las alarmas”, cuenta Ana. Cuando hablaron, él confesó que se había enamorado. Ella no sentía lo mismo. La relación se desarmó como un castillo de naipes. “Hoy no somos ni amigos. Es triste, pero era eso o seguir hiriéndonos”, dice.

 

Este tipo de vínculos requieren un alto grado de honestidad emocional, madurez y claridad

 

En contraste, Julián y Rocío tienen un “pacto con firma simbólica”. Se conocen desde hace siete años. Cada tanto se buscan. “Cada seis meses nos hacemos chequeos y mantenemos la regla de no dormir juntos ni hacer mimos. Sexo y chau”, detalla él, que tiene 36 años y trabaja en publicidad. “Funciona porque nos respetamos, no nos romantizamos y dejamos todo bien claro desde el día uno. Lo hablamos como si fuera un contrato”, agrega Rocío, que es docente y feminista. Para ella, tener un amigo con derecho es una forma de vivir el deseo sin la carga emocional del noviazgo: “Nos cuidamos, nos divertimos, pero cada uno tiene su vida. No hay engaño”.

Los testimonios, cruzados y contrastantes, muestran que más allá de las etiquetas -amigos con derecho, “free pass” afectivo- este tipo de vínculos requieren un alto grado de honestidad emocional, madurez y claridad. No es una fórmula mágica. Ni todos están hechos para esa clase de acuerdo, ni todos logran sostenerlo sin consecuencias. A veces es un puente hacia algo más. Otras, una trampa para el corazón. Y en no pocos casos, una forma legítima y cuidada de vivir la intimidad sin el traje de pareja formal.

Hay personas que construyen vínculos fuertes a partir del momento de intimidad / Freepik

“Creo que todos queremos amor, pero mientras no llega, el sexo con un amigo que te respeta puede ser una forma de acompañarse”, dice Marcela, que tiene 45 años y un vínculo de este tipo desde hace casi tres. “No estamos enamorados, pero nos queremos bien. Y eso, a veces, es mejor que muchas parejas que conozco”. Su frase resume quizás el punto más complejo del asunto: que en una época de vínculos líquidos, donde el amor se redefine y las estructuras tradicionales se resquebrajan, tener sexo con un amigo puede ser tanto un consuelo como un riesgo. Una decisión que, como toda elección íntima, puede ser liberadora... o dolorosa. Según cómo se la viva. Según con quién. Y según hasta dónde se esté dispuesto a llegar.

Claves para hablar después de la cama

1 HABLAR CON HONESTIDAD: es de vital importancia chequear cómo se sintieron ambos tras acostarse juntos -siendo amigos- y si quieren seguir o no con la dinámica.

2 NO ASUMIR NADA COMO SUPUESTO: es preciso evitar actuar como pareja si no fue un tema tratado explícitamente entre amigos.

3 HAY QUE CUIDAR EL VÍNCULO: se debe considerar el hecho de tratar de preservar la amistad si eso es importante para ambos o para la otra persona.

4 MANTENER LOS LÍMITES: respetar lo que hayan acordado en cada una de las charlas privadas, sin invadir ni generar falsas expectativas.

5 ESCUCHAR AL CORAZÓN Y PERCIBIR LAS EMOCIONES: si la sensación es de confusión o alguien salió lastimado de la situación, siempre hay tiempo para frenar y repensar.

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