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Espectáculos |LA CARTELERA LOCAL

Ligia Piro: “No me quiero quedar con las ganas de cantar nada”

La cantante se presenta el viernes en la Ciudad con “Alma de diamante”, un show dedicado a las canciones del rock nacional

Ligia Piro: “No me quiero quedar con las ganas de cantar nada”

Ligia Piro relata, en diálogo con el Día, que en su casa no se escuchaba rock... ni tango / Christian Inglize

9 de Septiembre de 2025 | 03:46
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Ligia Piro es hija de dos tangueros, Susana Rinaldi y Osvaldo Piro, pero desde los 19 años canta jazz. Siempre exploró géneros, grabó tangos, pero el jazz fue su vía principal, hasta ahora. Sin embargo, no llega a La Plata el viernes (Teatro Metro, 21.30) con un espectáculo de tango (aunque no lo descarta en el futuro) sino que ahora explorará el rock nacional.

El nombre del espectáculo es “Alma de diamante”: Piro, acompañada por un trío, interpreta “canciones divinas” que “nos despiertan las ganas de cantar”. Está Spinetta, su puente del jazz al rock, suena “Solo se trata de vivir”, de Litto Nebbia, “que creo que está poco investigado entre los cantautores”, también “Mi perro dinamita”, y Charly, claro, con canciones como “Seminare”, “Inconsciente colectivo” y “Cuando ya me empiece a quedar solo”. “Me encanta ‘Clics modernos’, pero no lo hago… Siempre me voy más a lo melanco, yo”, se ríe Piro, en diálogo con EL DIA.

Ligia cuenta que el show nació porque decidió grabar un disco de rock nacional: “Estoy grabando cosas de Spinetta, Cerati, cosas que quería dejar grabadas, y grabando surgió la idea de este espectáculo”, relata. “Empezó como una excusa para presentar el disco antes de tiempo, para ensayar, y quedó esto”. Un show rockero, no atravesado por el jazz, y que a fin de año se convertirá en disco.

- ¿Y cuál es tu relación con el rock nacional? Imagino que en casa sonaba tango, y vos has hecho jazz más que nada.

- En mi casa había música clásica y jazz (risas). Y folclore. No había ni tango ni rock, esa es la realidad. Mis viejos laburaban con el tango, entonces escuchaban otra cosa, y tenían muchos amigos dentro de la música latinoamericana, que pasaban por casa, ensayaban en casa. Y mi tío (el platense Juan Carlos Cuacci) hizo folclore, La primera escuela fue mi casa, así que tengo esa escuela de música folclórica, esa matriz: el jazz y la música clásica, que es lo que se escuchaba, y el folclore. La puerta al rock la abrimos nosotros, mi hermano y yo, en la adolescencia: cuando empecé a estudiar teatro encontré distintas personas, distintos gustos, aparecieron otras cosas. Yo a los 19 años me paré a hacer jazz y así continué 12 años: el rock vino tarde, estaba en reuniones de amigos… Pero también me acuerdo que antes, el primer disco de Soda llegó a mi casa, a los músicos le mandaban los discos de otros artistas. En fin, así me metí en el mundo del rock: siempre del lado de la escucha. Hasta que en un momento, Rodolfo García, baterista de Almendra, me invitó a un festival de jazz, y me dijo que le había puesto “Festival de Jazz y Otras músicas” porque quería que hubiera variación. Y decidí aprovechar el título para cantar otras cosas, armar un set distinto: ahí apareció la versión de “Barro tal vez”, “Alma de diamante”, también “Zamba de Juan Panadero”, “Zamba para olvidarte”. Ahí aparece el rock nacional, y nunca se fue.

- Esa entrada al rock nacional fue a través de Spinetta. ¿Por qué?

- Tiene mucho en su poesía que me interesa, algo soñado, volátil, como soy yo, que de golpe me cuelgo en imágenes… No lo conocí, para mi es un gran misterio… En todo caso, sus canciones fueron donde yo hermané el jazz, lo que estaba haciendo, con el rock: no le busqué mucha explicación, pero supongo que tiene que ver con las armonías, las melodías, esos acordes abiertos, los solos… Hay arreglos de Spinetta que son cosas de jazz instrumental. Pero, en definitiva, me gusta cantar lo que me gusta: no me quiero quedar con las ganas de cantar nada.

- ¿Hay ahora un regreso al rock nacional?

- Sí, aunque no tengo explicación… Los artistas acompañan el tiempo que se vive, pero hoy hay menos compositores que escriban letras, en el mundo. Quizás es muy abarcativo, amerita un análisis de cada caso en particular… Hace poco dije, hablando del tango, que quedan pocos poetas, y alguien me escribió por Instagram, explicándome que escribe canciones… Yo no digo que se hayan acabado los poetas, pero creo que hoy la música pasa por otro lado: la misión del intérprete, para mi, lo que yo quiero hacer, es rescatar canciones que no quiero que queden olvidadas. Hoy la masividad, en la música, va para el lado de los adolescentes: yo tengo tres hijos en distintas edades, escucho todo lo que ellos escuchan, si no me quedo sin conversación posible. Y encuentro cosas geniales, y cosas espantosas. Pero el tema de la poesía se me termina, hay un límite muy grande. Y el rock nacional tiene cosas que tengo ganas de decir. Por eso lo quiero rescatar como intérprete.

 

“Mi misión como intérprete es rescatar canciones que no quiero que queden olvidadas”

 

- Hablamos del rock en tu vida, y de su poesía. ¿Y el tango, dónde está en tu vida? ¿Cómo te llevás con ese legado familiar?

- El tango me encanta, hay tangos que me hacen llorar: esa poesía me toca, esas imágenes que evocan son difíciles de igualar. El tango es nuestra canción nacional, junto al folclore. Y está bastante dejado de lado. Me preocupa que haya una sola radio marcando el compás musicalmente… Y yo vivo el tango como un legado familiar porque fue parte de mi primera escuela. Ahora estoy pasando por un momento personal muy delicado, con la muerte de mi padre: le han hecho dos homenajes donde estuve y no puedo escuchar la música de él, me sensibiliza en todo sentido. Y por otro lado, mi mamá no canta más, dejó los escenarios un poco sin decirlo, se siente achacada físicamente, le cuestan los escenarios… Pero soy muy agradecida de tenerlos, de haber vivido con ellos el escenario, y de haber podido grabar con los dos. Todo eso lo llevo adentro, y así como hago hoy con el rock nacional, quizás haga en el futuro algún homenaje al tango, a mis viejos.

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