Lau: la baterista que, desde Londres, se abrió camino en solitario

Al filo de los convulsionados 2000, todavía era Laura Fares (43) y sentía que sobrevivía, más que vivir, mientras trabajaba nueve horas en una imprenta para solventar sus estudios universitarios. Y como muchos argentinos en esa época, no dudó cuando tuvo la oportunidad de emigrar buscando nuevas oportunidades. Para su sorpresa, Londres la recibió con los brazos abiertos. En esa ciudad cosmopolita y gris pasó los últimos veinte años, tiempo suficiente para formarse musicalmente y convertirse en una destacada baterista sesionista y compositora que, además de tocar para grandes como Ricky Martin o Taio Cruz, logró fundar su propio sello discográfico, Aztec Records. Pero la comodidad le empezó a incomodar y la frustración de una relación sentimental la empujó a tomar nuevos desafíos personales y profesionales ahora como Lau, el nombre artístico que adoptó en ésta, su carrera solista, en la que abraza sonidos ochenteros con los que propone un nostálgico viaje sonoro al pasado.

“Fueron muchos años tocando y componiendo para otros artistas, y me sentía muy cómoda en ese rol. Creo que sin saberlo, tenía un poco de miedo de ponerme al frente, de exponerme y mostrarme cómo soy. Pero el año pasado, con pandemia de por medio, y luego de una separación con mi pareja de mucho tiempo, se movieron muchas cosas, hubo muchos cambios, y me pareció el momento ideal para componer y reencontrarme conmigo misma”, aseguró en diálogo con EL DIA la argentina que, como baterista, trabajó para artistas como Sam Sparro, Ricky Martin, Taio Cruz y Big Black Delta, y que en su faceta de compositora escribió la mayor parte de los álbumes más vendidos de NINA, Synthian, Sleepwalking y Control.

“Aprendí muchísimo de todos los artistas con los que toqué, el profesionalismo, la manera de trabajar, cómo controlar los nervios en grandes presentaciones, cómo hacer un buen show. Creo que ya dejé de lado el miedo de salir al frente, y de salir de mi zona de comodidad y estoy disfrutando mucho esta nueva etapa”, manifestó Lau, desde Barcelona, donde está radicada desde el año pasado, tras haberle puesto un broche de oro a su aventura londinense.

Esta nueva etapa comenzó con “Believer”, un material debut que, acorde al universo sonoro que explora -entre el retrowave, synthpop y hasta synthwave-, no sólo editó en cd sino también en vinilo y cassette. En este álbum, Lau nos cuenta, a través de bonitas y sentidas canciones, sobre lo duro y a la vez necesario que puede ser el final de una relación, poniendo en primer plano su propia historia personal, algo que vivió como una liberación.

“La edad, el look, la orientación sexual ya no son importantes. Sólo importa la música que hacés y ser honesta con vos misma”

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“Al principio tuve mucho miedo de abrirme, de mostrar lo que sentía, de mostrar mi voz y ver cómo el público reaccionaría. No es fácil exponer tus sentimientos públicamente, te sentís un poco vulnerable, pero mucha gente conectó con el álbum y eso me pone muy contenta. Creo que la honestidad de las letras es lo que resonó mucho con la gente. Todos sufrimos en la vida a veces, y no hay que tener vergüenza de decirlo en voz alta”, admitió.

“Creyente” es la traducción literal de “Believer” y, en este sentido, Lau reconoció que le costó mucho poder creer en sí misma. “Durante muchos años me costó llamarme ‘cantante’. Yo siempre canté, pero desde un rol más secundario, o para componer. Siempre fui baterista, DJ, productora. Pero eso de llamarme ‘cantante’ siempre me costó, creo que por inseguridades mías”, aseguró.

En este sentido, reveló que ver otros artistas similares, como LP, la ayudó para tomar envión y dar ese paso. “La edad, el look, la orientación sexual ya no son importantes hoy en día, y el público está apoyando ese cambio. Sólo importa la música que hacés, y que seas honesta con vos misma”, remarcó.

Como baterista sesionista grabó y giró con grandes como Ricky Martin o Taio Cruz / Instagram

SUS INICIOS CON LA MÚSICA

Lau comenzó a interesarse en la música de niña y escuchando a grandes clásicos como Tina Turner o Phil Collins. “Me crié escuchando a los grandes de la música pop de los ochenta, y eso me influyó muchísimo en la música que hago hoy en día”, contó sobre el estilo que eligió para abrazar y que propone un sentimiento nostálgico que le encanta.

Pero no fue hasta su adolescencia cuando empezó a ver con otros ojos a la música. “Cuando tenía 17 años, con unas amigas del colegio armamos una banda de rock y yo elegí la batería. Estaba fascinada con ese instrumento y la verdad es que no había muchas mujeres bateristas en ese entonces. Una sola vez vi a una chica baterista en un show y me impactó tanto que dije ‘yo quiero tocar así’. Y fui moldeando mi vida para que la música sea siempre mi objetivo. Y de ahí en más no paré”, recordó.

A propósito de su sonido nostálgico, el primer material de lau se editó en disco, vinilo y cassette

Ejercer un instrumento tradicionalmente asociado a los hombres le ha causado algún que otro comentario despectivo pero, por suerte para ella, nunca pasó a mayores. Celebró, en este sentido, cómo el feminismo sacudió el avispero a su favor.

“Por fin hay mas visibilidad con todo el tema del acoso en situaciones profesionales. Me parece que se ha dado un gran paso al respecto. Yo no he sufrido acoso a nivel profesional, pero sí han habido comentarios machistas en mi carrera, y ‘sorpresa’ cuando veían que una mujer podía tocar la batería bien o hablar cosas técnicas con el ingeniero de sonido. Eso me pasó muchísimo en giras. Es como que tenía que valorar mi profesión constantemente. Yo siempre tuve roles que no eran comunes para mujeres: baterista, DJ, productora. Así que creo que de a poco me fui acostumbrando a esa reacción. Ahora (20 años después), la situación es muy diferente por suerte”.

Lau se fue del país en 1999, “tras una difícil crisis económica que atravesaba mi familia, como otros muchos argentinos”. De noche estudiaba Diseño Gráfico en la UBA. De día, trabajaba en una imprenta, “pero sentía que era imposible sobrevivir, la situación económica estaba cada vez más difícil”. Y, por eso, decidió salir a buscar una mejor vida.

“La verdad es que en ese momento Londres me recibió con los brazos abiertos. Al ser una ciudad tan cosmopolita, me sentí muy cómoda como extranjera y sentí que eran muy abiertos y no juzgaban a nadie”, detalló Lau.

Cerquita del Palacio de Buckingham, pudo estudiar música, irse de gira por el mundo, fundar su sello discográfico, Aztec Records, con su amigo Ariel Amejeiras, además de tocar y componer para grandes artistas.

“Fue un salto al vacío pero siempre seguí lo que dictaba mi corazón, y por suerte me salió todo bien”, destacó, ensayando un análisis rápido de lo que fue su residencia londinense.

Ahora, la vida de Lau se desarrolla en Barcelona, “una ciudad preciosa, con mucha naturaleza, playa, montaña, palmeras”, donde también ha sido bienvenida. “Fue un cambio necesario. Yo sentía que ya era hora de buscar un lugar nuevo que me inspire, y dejar atrás ciertas memorias que ya no me hacían bien. Si bien todavía tengo una conexión muy cercana a Londres, siento que ya hice lo que tenía que hacer y logré lo que quería lograr allí. Este es un nuevo capítulo y estoy realmente muy contenta”, admitió.

Y mientras espera que la pandemia de COVID-19 se disipe, con lo que poder girar de la mano de su música por diferentes países del mundo, entre ellos su Argentina natal, a la que hace un año y medio que no visita, sigue creando.

Tras su álbum debut, que se puede escuchar en las plataformas digitales, lanzó, junto al productor británico Zak Vortex, una versión del clásico de Cyndi Lauper “True Colors”, a la que tiñó de melancolía y sus sonidos característicos. Se trata de una de sus canciones “favoritas de todos los tiempos” y en la que encontró la mejor forma para honrar a la comunidad LGBTQI, que mañana celebra el Día Internacional del Orgullo, algo en lo que Lauper es una gran referente y que, dijo Lau, “me hace admirarla aún más”.