Una movida para entronizar a Máximo K disparó una dura puja en el PJ bonaerense

Todo arrancó con una movida de un grupo de intendentes afines a Alberto Fernández para que uno de los suyos desembarque en el principal sillón de conducción de la Federación Argentina de Municipios (FAM). El contraataque llegó rápido: una gestión sigilosa para que Máximo Kirchner se haga cargo de la presidencia del PJ bonaerense.

Todo ocurrió en un puñado de días y disparó una fuerte puja en el peronismo. Detrás de ese tironeo parece esconderse algo más que una mera pelea por cargos: estaría despuntando una reconfiguración del poder alrededor de las órbitas del Presidente por un lado y del kirchnerismo, por el otro.

La historia en rigor arranca cuando Alberto Fernández desplazó a María Eugenia Bielsa del ministerio de Desarrollo Territorial y Hábitat. Y se terminó inclinando por el intendente ultra K de Avellaneda, Jorge Ferraresi. Ese gesto descolocó al núcleo de alcaldes del Conurbano que viene trajinando en busca de convencer al Presidente de las bondades de contar con una estructura territorial propia. En eso andan, por caso, Juan Zabaleta (Hurlingham) y el ministro de Infraestructura Gabriel Katopodis (San Martín). A ese esquema comenzó a sumarse desde la Tercera sección electoral Fernando Gray (Esteban Echeverría).

En sectores de la Casa Rosada esa prédica encuentra oídos sensibles, dispuestos a quedar seducidos por esa oferta política. Quizás a modo de compensación por el arribo de Ferraresi, en despachos del gobierno nacional pusieron manos a la obra para reflotar a la FAM. Y el nombre elegido es el de Zabaleta, un alcalde que es insistentemente mencionado para llegar al gabinete nacional pero que cuenta con una suerte de impedimento político: en caso de emigrar, su sucesión quedaría en manos de La Cámpora.

Claro que esa elección no es digerida por la totalidad del variopinto abanico de intendentes peronistas del Conurbano. Enterado de la movida albertista, el que salió con los tapones de punta fue el intendente de La Matanza, Fernando Espinoza. Procurando hacer valer el peso poblacional de su distrito, el matancero salió a dar la pelea por el sillón que hasta hace algún tiempo ocupara su coterránea y actual vicegobernadora, Verónica Magario.

EMBESTIDA

Cuentan en fuentes del peronismo provincial que esa embestida habría sido neutralizada por la decisión de la Rosada de sostener a Zabaleta. Pero la cosa no quedó ahí. La rosca cobró un volumen mayor y apareció en escena el nombre de Máximo Kirchner.

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Cuentan que Espinoza habría encontrado eco en Martín Insaurralde, el alcalde de Lomas de Zamora), para avanzar sobre la presidencia del PJ bonaerense que a partir del 17 de diciembre debe quedar en manos de Gray producto de un sistema de rotación con el intendente de Merlo, Gustavo Menéndez. Y el nombre elegido para coronar esa movida era el del hijo de la actual vicepresidenta.

Las versiones se entrecruzan en ese punto. Algunas fuentes indican que no estaría en los planes de Máximo ir sobre la estructura partidaria del peronismo bonaerense. Pero otros trascendidos señalan que la rosca adquirió envergadura al punto de que habría intervenido, con el propósito de sondear posibilidades, el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, uno de los jefes de La Cámpora junto a Máximo.

La ingeniería para hacer aterrizar a Máximo en el PJ es por demás compleja. Además de requerir de un acuerdo político que por ahora no existe, habría que hacer caducar los mandatos que vencen a fines del año que viene.

El núcleo de alcaldes más cercanos a la Rosada resisten el desembarco. También otros dirigentes del peronismo tradicional que tienen cargos en el PJ que provienen de la órbita sindical.

Para no poco intendentes, allanar el camino para la llegada del actual diputado nacional a la conducción del peronismo bonaerense sería dejar el campo orégano para que La Cámpora extienda su influencia sobre el Conurbano.

No sólo eso: ese eventual movimiento para que Máximo asuma un rol mucho más preponderante en el armado provincial viene rodeado de otras especulaciones. La más fuerte, tiene que ver con la posibilidad de que el barco político del diputado esté poniendo proa hacia la Gobernación en 2023.

RECONFIGURACIÓN

Estos movimientos asoman como el inicio de una suerte de reconfiguración del peronismo bonaerense y el rol de distintos grupos de intendentes de cara al futuro.

Algunos comienzan a mostrarse cerca del Presidente y por eso vivieron como un logro aquella definición de Fernández en favor de que se de por tierra la ley que impide la reelección de los intendentes por más de dos períodos consecutivos. Creen que fue la primera señal contundente en el sentido de que existiría alguna voluntad de la Rosada para ir buscando estructura propia en el siempre decisivo Gran Buenos Aires.

Otros en cambio, como Insaurralde, parecen decididos a unir su destino a Máximo en la pelea que despunta en el peronismo bonaerense.