Repartidor: la Policía demoró a dos menores y creen que uno fue quien tiró

Amigos y familiares de Nicolás Pérez Gatti se concentraron ayer frente al edificio de las fiscalías para pedir definiciones en la causa que investiga el crimen a sangre fría de este repartidor de 19 años. En ese mismo momento la Justicia analizaba los indicios que se pudieron reunir hasta el momento, con sospechas lo suficientemente firmes hacia un par de jóvenes del barrio El Carmen, de Berisso.

Horas después la Policía produjo movimientos resonantes en la causa que investiga la fiscal penal Ana Medina (UFI Nº 1): allanó nueve viviendas en ese barrio y demoró a dos menores por su presunta vinculación con el crimen. Uno de ellos, de 17 años está señalado como el presunto autor del disparo que a última hora del sábado terminó con la vida de Nicolás.

“Hay bastante material de prueba que lo indica como el autor del disparo”, dijo una fuente de la pesquisa anoche.

En tanto, mostró cautela con respecto al arresto del segundo de los sospechosos, cuya edad no dejaron trascender los pesquisas.

El arma, la moto

En las órdenes de allanamiento que pidió la fiscal Medina se disponía el secuestro de prendas de vestir que habrían usado los autores del hecho y de una pistola calibre 9 milímetros.

Al cierre de esta edición el arma no había sido encontrada. Es un elemento clave en esta causa en la que, por ahora, no hay más que testimonios.

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El hallazgo de la pistola podía resultar determinante, teniendo en cuenta que hay tres elementos con los que se puede cotejar si fue la usada en el crimen: una vaina servida que los peritos levantaron de la escena, una pieza que cayó en el lugar y el plomo que mató a Nicolás, recuperado casi sin deformaciones ya que no atravesó partes duras, confirmaron fuentes oficiales.

Con la aprehensión de los dos adolescentes, la causa pasará ahora al fuero de Responsabilidad Penal Juvenil.

Mientras buscaban más pruebas incriminatorias con respecto a la participación de los sospechosos, los policías también incautaron una moto que podría ser la utilizada por el dueto de ladrones señalado en la pesquisa.

Cerca de la medianoche de ayer los policías de la comisaría de Villa Ponsati seguían trabajando con investigadores de Homicidios.

“Avanzamos y ya hicimos 9 allanamientos, pero todavía no terminamos”, apuntó uno de los referentes de la tarea, entusiasmado con los avances en medio de un clima de reclamo social por el rápido esclarecimiento del asesinato.

La pista de los menores evolucionó a lo largo de la semana, desplazando otra línea, también aportada por un testigo, que situaba en la escena del crimen a dos hombres, con apariencia de mayores de edad.

Según la declaración de las primeras horas del domingo, en medio de la conmoción por el crimen registrado el sábado por la noche, los sospechosos merodeaban por la zona de 81 entre 116 y 117 en una moto. Al vecino que habló con la Policía le llamaron la atención sus movimientos.

Por 500 pesos

A eso de las 22.30 Pérez Gatti llegó a la cuadra provenientes de la pizzería “La Italiana” situada en 81 entre 118 y 118 bis. Llevaba pizza a una familia. La dueña de casa abrió la puerta, recibió la comida y se quedó corta con la plata. Eran 630 pesos y solo tenía un billete de 500. Se lo dio al chico y cerró la puerta para ir a buscar los otros 130. En segundos, el estruendo de un tiro conmovió a todos en su casa.

Su esposo, fue quien volvió a salir a la calle con la sospecha de que algo malo pasaba. Encontró al repartidor tirado en el piso, temblando y con la moto sobre su cuerpo.

Se acercó pensando en efectos de alguna enfermedad y al moverlo vio un charco de sangre.

En la escena del crimen los vecinos de la cuadra vieron una pieza metálica. Los policías la levantaron y la sometieron a pericias. Como calculaban en el barrio, es el seguro de una pistola calibre 9 milímetros marca Bersa, como las que usa la Policía Bonaerense.

Con la aprehensión del menor, la causa pasaría al fuero de responsabilidad penal juvenil

A Pérez Gatti le dieron un tiro y lo despojaron de 500 pesos de la entrega en una casa

Para los investigadores de la Policía y la Justicia el repartidor fue asesinado en un robo. Apuntan como evidencia de eso que lo despojaron del billete de 500 pesos que recibió en pago parcial por la mercadería.

La muerte se inscribe en un escenario de intranquilidad en Villa Ponsati, Barrio Jardín y El Mondongo -zonas limítrofes con Villa Argüello y El Carmen, en Berisso- donde los vecinos vienen reclamando por la profusión de episodios delictivos.

Así, en la zona se dio forma a un doble reclamo, por el esclarecimiento del crimen y por una mejora de las medidas preventivas que corten el paso a los motochorros y escruchantes.

Entre lunes y miércoles se sucedieron protestas en la calle, con presencia de amigos y allegados del joven, criado 121 entre 76 y 77, a pocas cuadras del lugar donde lo mataron y también de la pizzería.

A los cortes sobre la avenida 122 se sumó una protesta poco vista hasta aquí, como fue el accionamiento de las sirenas que se utilizan en casas y comercios como método de alerta ante la presencia de ladrones.

Como en otras zonas de la Ciudad, allí también se poblaron las calles de sistemas de luces y bocinas que pagan haciendo una “vaquita” entre vecinos.

El “piquete de alarmas” se hizo sentir en toda la zona con la estridencia de las bocinas.

Nicolás llevaba aproximadamente dos meses trabajando en la pizzería. Todos se conocían del barrio. Incluso, allí había parientes suyos. Ingresó con su moto con la necesidad de sumar para su sustento. En la casa lo ayudaban pagando la póliza del seguro del rodado.

Había pasado el tiempo del fútbol infantil en el club Criba pero Nicolás cultivaba la pasión por Gimnasia. En el mismo barrio donde se crió, vivía su novia, de 15 años, con quien había hecho un intento de convivencia.

Todo se terminó en la noche del sábado, cuando la violencia dejó el 24º crimen en lo que va del año en la Región.

De ese total, la tercera parte (8) ocurrió en situaciones de robo. En la mayoría de estos casos murieron los presuntos ladrones en un operativo policial o por la reacción de las víctimas del asalto.