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Temas |EL PODER DE LA IMAGINACIÓN

En la mente vale todo... Las fantasías sexuales, un viaje íntimo de deseo

Representaciones mentales que intensifican el placer, herramientas para revitalizar vínculos y un territorio libre de prejuicios. La sexóloga clínica Andrea López explica cómo funcionan, qué lugar ocupan y por qué no deberíamos sentir culpa

En la mente vale todo... Las fantasías sexuales, un viaje íntimo de deseo
5 de Octubre de 2025 | 04:09
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La mayoría de las personas cree que la sexualidad comienza en los genitales. Sin embargo, para la médica generalista y sexóloga clínica Andrea López (@sexologa.dra.andrealopez en Instagram), esa idea se queda corta. “El cerebro es nuestro primer órgano sexual”, aseguró en diálogo con EL DIA.

Allí, en el terreno invisible del pensamiento, se activan los mecanismos del deseo. Y es allí también donde aparecen las fantasías sexuales: escenarios creados por la mente que encienden la excitación, alimentan la imaginación erótica y potencian la experiencia íntima.

Las fantasías, explicó López, “son una representación mental que involucra situaciones, actividades o personas que despiertan un deseo erótico. Son imágenes positivas o eróticas que acompañan los actos sexuales. En sí mismas son una actividad erótica”. Dicho de otra manera: no hacen falta sábanas revueltas ni cuerpos en movimiento para que algo profundamente sexual ocurra. Basta con cerrar los ojos.

La especialista recordó a Helen Kaplan, pionera de la terapia sexual, quien hablaba de las “dos F”: fantasía y fricción. Según Kaplan, la primera nunca debía ser menor a la segunda porque el poder de la imaginación era clave en el deseo. López coincidió: “La fantasía nos ayuda a sentirnos, a conocernos y a potenciar nuestro erotismo. La imaginación es muy poderosa”.

UN GUIÓN QUE CRECE CON LA VIDA

Lejos de ser caprichos espontáneos, las fantasías se construyen con el tiempo. Experiencias personales, observaciones, películas, literatura, conversaciones: todo lo que atraviesa a un individuo puede nutrir ese guión mental. “Se modelan a lo largo de la vida por vivencias y por observación. Incluso aunque no hayamos participado directamente, las imágenes quedan y se transforman en un guión al que vamos sumando atributos”, señaló López.

El resultado es único en cada persona. Aunque encuestas globales suelen mostrar coincidencias (los tríos, los encuentros con desconocidos, los escenarios de poder y sumisión suelen aparecer en los primeros lugares), cada fantasía tiene la impronta singular de quien la imagina. “Son individuales. Pueden repetirse ciertos patrones, pero cada una es personal, única e irrepetible”, insistió la especialista.

A esa construcción se suman factores sensoriales: olores, sonidos, sabores, colores. No se trata sólo de imágenes. La memoria corporal interviene y completa el cuadro, produciendo escenas que intensifican la excitación.

¿CUMPLIRLAS O SOÑARLAS?

¿Una fantasía pierde su fuerza si se cumple? Para López, la respuesta es compleja. “Su encanto está en que son un poco irrealizables. Muchas veces no las ejecutaríamos en la vida real porque tienen esa carga de lo disruptivo. Pero si alguien desea llevarlas a cabo debe pensar en cómo impactaría en su pareja”.

Ese pasaje de lo imaginado a lo vivido requiere consentimiento y comunicación. “Conozco y respeto a mi pareja: sus valores, su manera de pensar. Entonces debo ser asertiva en cómo lo comunico. Aunque quede en el orden del deseo, ya puede erotizar a la pareja”, advirtió.

En algunos casos, la confesión basta para alimentar la intimidad. En otros, puede abrir la puerta a experiencias nuevas. Pero siempre bajo la misma regla: respeto y acuerdo mutuo. “Si alguien quiere incluir a otra persona en el encuentro sexual, por ejemplo, debe existir consentimiento sin ninguna presión. Si no, quedará en el orden de lo fantaseado, y aun así será un afrodisíaco poderoso”.

EL MITO DE LA INFIDELIDAD

Uno de los temores más comunes en torno a las fantasías es el de la infidelidad mental. ¿Imaginar a otra persona en la intimidad equivale a traicionar a la pareja? Para López, esa idea confunde dos planos distintos. “Las fantasías son nuestras, no siempre tienen que compartirse. Están en la imaginación. No deben generar culpa. Distinto es llevarlas a cabo”, advirtió.

El problema, explicó, aparece cuando se mezcla deseo con represión. Muchas personas sienten vergüenza de lo que imaginan, creen que “no deberían pensar” en determinadas cosas o cargan con la idea de que tener fantasías “inapropiadas” es un síntoma de anormalidad. “Es importante darse permiso. Las fantasías no son pecado ni traición. Son parte de la salud sexual”, sostuvo.

FANTASÍAS EN PAREJAS DE LARGA DATA

En parejas monogámicas tradicionales, el tema puede ser especialmente delicado. Sin embargo, la especialista lo plantea como una oportunidad. “Todo depende de la apertura y la comunicación. Si se entienden como deseos y no como exigencias de ejecución, pueden convertirse en un afrodisíaco compartido”, analizó.

Para vínculos de larga duración, contar fantasías puede abrir caminos inesperados. López lo considera una herramienta terapéutica para revitalizar el deseo. “En parejas que llevan muchos años juntas, compartir fantasías puede romper la monotonía, animar a nuevas prácticas y sacar al vínculo del piloto automático”, agregó.

En su consultorio lo ve con frecuencia: “Es uno de los recursos que más utilizo. Ayuda a activar el deseo, a quitar la ansiedad y a estar presentes. Recuperar las fantasías es un recurso terapéutico para superar muchas dificultades sexuales”, confesó.

LA LIBERTAD INTERIOR

En el fondo, lo que las fantasías proponen es un espacio de libertad. Un lugar sin jueces ni reglas externas. “En nuestras mentes somos libres. Nadie puede alterar ni juzgar nuestras fantasías”, enfatizó López. Esa libertad puede ser vital en momentos de estrés, de falta de deseo o de rutinas que apagan la chispa. Una fantasía, incluso no compartida, puede devolver energía, intensificar el placer o servir de puente hacia un encuentro más pleno.

La sexóloga invitó a no temerles ni reprimirlas: “Son un recurso valioso para la sexualidad. Permiten explorar sin culpa, conocerse más, atravesar tensiones y ampliar el repertorio erótico. No hay que tener miedo de lo que ocurre en nuestra mente: ahí reside gran parte del poder del deseo”.

Lo cierto es que fantasear es humano. Las encuestas lo confirman: casi todas las personas fantasean. Algunas lo hacen a diario, otras en momentos puntuales. Pero la presencia de esas imágenes eróticas en la vida mental es prácticamente universal.

La diferencia está en cómo cada cultura las acepta o reprime. En sociedades más conservadoras, muchas veces se ocultan o se viven con culpa. En contextos más abiertos, son entendidas como parte natural de la vida sexual. La ciencia sexual contemporánea, al igual que López, insiste en este punto: fantasear no sólo es humano, también es saludable.

ENTRE LO PRIVADO Y LO COMPARTIDO

Una fantasía puede quedarse en la intimidad de quien la imagina, puede convertirse en un secreto confesado o puede transformarse en juego compartido. No hay una única manera correcta de vivirlas. Lo importante, sostiene López, es que cada persona pueda reconocer su existencia, aceptarla y, si lo desea, explorarla.

“No siempre tienen que compartirse. Pueden ser un recurso personal. Pero si se comparten, lo ideal es que sea con respeto, empatía y consentimiento. Ese diálogo puede ser muy erótico y fortalecer el vínculo”, concluyó.

En definitiva, las fantasías sexuales son parte constitutiva del deseo humano. No son antojos pasajeros ni trampas de la mente: son escenarios donde se juega la libertad, la creatividad y la intensidad erótica. La sexóloga Andrea López las resumió con claridad: “Son afrodisíacos en sí mismas. Son actividades eróticas. Nos ayudan a atravesar tensiones, a mantener vivo el deseo y a conocernos más”.

Fantasear, entonces, no es un desvío, ni un pecado, ni una traición. Es una manera de estar vivos, de mantener encendida la chispa, de recordar que el deseo se enciende primero en la cabeza. Y que en ese espacio íntimo, libre de culpas, está gran parte de la magia del erotismo.

 

Las fantasías sexuales son representaciones de actividades, personas o sucesos

Son individuales. Pueden repetirse patrones, pero cada una es personal, única e irrepetible

En nuestras mentes somos libres. Nadie puede alterar ni juzgar nuestras fantasías

 

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