Violento asalto armado en una farmacia de City Bell

Un comercio de City Bell fue asaltado ayer al mediodía por dos motochorros que aplicaron una maniobra que ya se podría catalogar como “de manual”: mientras uno se queda en la puerta con el motor en marcha, en cuestión de segundos su secuaz se hace con un botín lo suficientemente asequible y fácilmente transportable para asegurarse una rápida fuga.

Al igual que sucedió hace tan sólo unos días en un almacén de Gorina y en un supermercado de Altos de San Lorenzo, el blanco del delito resultó ser en esta ocasión en una farmacia ubicada en Camino General Belgrano y 467, demostrando que esta modalidad cada vez está ampliando más sus dominios.

Se trató de un asalto cuya duración no se extendió más de un minuto. Pero esos escasos segundos le sirvió a una banda compuesta por dos sujetos para hacerse con la recaudación del local y con varios objetos de valor de los clientes que se encontraban comprando.

Según pudo averiguar este diario, el hecho tuvo lugar alrededor de las 12 del mediodía. Promediando esa hora, una moto que trasladaba a dos individuos frenó en la puerta del local. Luego de descender de la unidad, el acompañante provisto de un “cuellito y una gorra” que le tapaban el rostro, ingresó de forma violenta al local sembrando el terror y el pánico con amenazas y un arma de fuego.

Poco importó a los delincuentes la fuerte circulación de vehículos que se podía ver en ese momento por la avenida ni la posibilidad de que pudieran estar siendo filmados. Sin medir consecuencias, el sujeto comenzó a exigir a los empleados que le entregaran el dinero en efectivo que tenían.

Bloqueados por el intempestivo ingreso y el temor a sufrir consecuencias graves, los trabajadores tardaron algunos segundos en reaccionar a las demandas del malvivientes y fue en ese marco que el sujeto decidió pasar a la acción saltando el mostrador “con una agilidad y destreza sorprendentes propias de un muchacho”.

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Apuntando al rostro de los empleados, el sujeto se dirigió a la caja y extrajo todos los billetes que había. Luego, volvió a saltar el mostrador y cuando parecía que la pesadilla llegaba a su fin, el ladrón tuvo la idea de agrandar el botín despojando de celulares y billeteras a tres clientes que se encontraban en el local y que, al igual que los empleados, no mostraron ningún tipo de resistencia.

Habrá sido ese sentido de “colaboración” lo que posiblemente indujo al hampón a acceder al pedido de una víctima. “¿Me podés dejar los DNI por favor? Está el mío y los de mis nenes. El resto llevalo”, le dijo la mujer al sujeto que abrió la cartera, sacó la plata y se la devolvió.

Después de este breve impasse, finalmente la pesadilla terminó para todos los presentes cuando el sujeto cruzó la puerta y se subió a la moto nuevamente. El sonido del escape de la moto alejándose trajo más alivio a la angustiante situación que acababan de vivir.

“Estamos bien pero fue un momento de terror tanto para nosotros como para los clientes”, reconoció ayer a este diario uno de los empleados que sufrió el atraco.

En tanto, una comerciante de la zona indicó que la sensación de miedo se contagió en la cuadra. Es que, tras enterarse de la situación de inseguridad que sufrió la farmacia, dos empleadas le presentaron la renuncia. “Las entiendo. No se puede vivir así. No es la primera vez que pasa. Son varios los negocios que sufren esta realidad”, expuso.