Tendencias: el manga, un fenómeno de aventuras que atrapa a grandes y chicos

En Japón, el manga es un auténtico fenómeno de masas. Un único dato sirve para ilustrar la magnitud de este fenómeno, como que ya en 1989, el 38% de todos los libros y revistas publicados en Japón eran de manga. Como se puede suponer por esta cifra, el manga no es allí solo cosa de jóvenes, ya que hay manga para todas las edades, profesiones y estratos sociales, incluyendo amo/as de casa, oficinistas, adolescentes, obreros, etc. Es así que el manga japonés constituye una de las tres grandes tradiciones historietísticas a nivel mundial, junto con la estadounidense y la franco – belga, y abarca una extensa variedad de géneros que llegan a públicos diversos. El tema, es que constituye también un fenómeno en Argentina.

Si bien este género tiene más de un siglo de historia, el manga llegó masivamente a la Argentina a partir del año 2000, con el aumento de las “comiquerías” en la década anterior, y hoy está considerado como el género de historieta más vendido en el país.

Según destacan los conocedores del género, los detalles mínimos y los colores vivos, pero también las tramas realistas, son algunas de las razones por las cuáles estas historietas japonesas que tienen más de 120 años de vida, se volvieron un boom comercial en nuestro país, especialmente entre el publico infantil y adolescente.

Darwin Silva, un estudioso del fenómeno, asegura que “el manga hoy es el género de historieta que más se vende en el país, buscado por adolescentes y niños, pero también por jóvenes de entre 20 y 30 años que los coleccionan”.

Por su parte, el doctor en Ciencias Sociales y becario del Conicet Federico Álvarez Gando, quien investiga el tema “Fanatismos, cultura de masas japonesa y plataformas digitales”, señala sobre estos consumos culturales que “dos de los principales aspectos en los que radica el atractivo del manga y del animé para las infancias y las adolescencias son la estética y la narrativa con las que asocian a estos productos culturales. Por ejemplo en referencia al estilo de dibujo, lo primero que llama la atención es que se lo encuentra particularmente expresivo y detallista, incluso de mayor calidad en comparación con los cómics y las animaciones estadounidenses. En este sentido, la centralidad del aspecto visual en la cultura japonesa es una dimensión que facilita su comprensión infantil y transcultural. Al leerlos, los niños y adolescentes rescatan las diversas temáticas que abordan, el tratamiento profundo de sus tramas, y la complejidad de los personajes”.

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“Dos de los principales aspectos en los que radica el atractivo del manga y del animé para las infancias y las adolescencias son la estética y la narrativa con las que asocian a estos productos culturales”

Federico Álvarez Gando,
Doctor en Ciencias Sociales y becario del Conicet

EL MANGA QUE SE LEE EN ARGENTINA

“Dentro del universo de historias de mangas – describe Silva - existe una amplitud de géneros. Por ejemplo Jiro Taniguchi es un autor japonés, pero que tiene un estilo de dibujo muy europeo y formatos más grandes, tapa dura, es un autor que escribe sobre historias costumbristas que gusta mucho a la gente más grande en nuestro país. En cambio, las adolescentes se inclinan por el trabajo del grupo Clamp, un cuarteto femenino de dibujantes japonesas de manga que se ganaron el título de las Reinas del Shōjo (el manga dirigido a las chicas jóvenes), con títulos de historias fantásticas, magia y romance, mientras que lo que más se está consumiendo entre los adolescentes de 18 años en adelante, es el manga de Chainsaw Man, que contiene más violencia, con títulos como “ Mi Hero Academia”, un estilo superhéroes pero japonés; “Demon Slayer”, que trata sobre la amistad; “Slam Dunk”, que es más deportivo; o “Evangelion”, un clásico de robots con un fuerte tono religioso y mucha fantasía”.

Según el investigador Álvarez Gando, “existe cierta idea de circulación que asocia a estos contenidos con una nueva moda y, como tal, supuestamente pasajera. Sin embargo, sus orígenes se remontan a los “rollos de pintura” (emakimono) del siglo X. Se estima que el primer manga de la historia surgió a principios del siglo XX por el dibujante Rakuten Kitazawa, quien en 1902 dibujó “Tagosaku to Mokube no Tokyo Kenbutsu”, y recién en las décadas del 20 y el 30 del siglo pasado el manga comenzó a dirigirse hacia un público infantil hasta que, con la Segunda Guerra Mundial, se convirtió en una verdadera industria, mientras que en Argentina el primer antecedente habría que rastrearlo en “Astro Boy”, que fue creado por Osamu Tezuka en 1952”.

Para Álvarez Gando, “las posibilidades del manga son infinitas, ya que puede digitalizarse o utilizarse en videojuegos, y esto permite proyectar el consumo de mangas y animé sostenido en el tiempo. Inclusive hay estimaciones que auguran que, para 2050, las narraciones de la cultura japonesa van a reemplazar globalmente a los arquetipos de las industrias del entretenimiento estadounidenses, convirtiéndose en una de las referencias más importantes para el desarrollo de las relaciones interpersonales cotidianas”.

Jiro Taniguchi es un autor japonés, pero que tiene un estilo de dibujo muy europeo y formatos más grandes, tapa dura, escribe sobre historias costumbristas que gusta mucho a la gente más grande en nuestro país / Web

EL FENÓMENO EN LOS CHICOS

“La principal diferencia entre los mangas con un cuento o novela – cuenta Juana, que tiene 10 años y quien comenzó a ver dibujitos animé a los 8 y ya es fan de los mangas - es que el relato se cuenta de otra forma; si bien hay cómics que son parecidos, esto es más específico, los dibujos tienen sombras, detalles mínimos, y a diferencia de los animé de la tele, tenés que prestar mucha atención, pero si te concentras, está buenísimo”.

Los padres de Juana, a su vez, cuentan que durante la pandemia la nena, a quien siempre la apasionó la lectura, un poco la relegó debido a la influencia de las ofertas de videojuegos y de YouTube, aunque los mangas se convirtieron en una buena compañía porque, según les contó ella, “las historias están bien contadas”, aunque algunos mangas contienen violencia y otros pertenecen al género de terror, los que nosotros tratamos de evitarle”.

Detalles mínimos, colores vivos, tramas realistas, son algunas de las características de historietas

Lucio y Nahuel, por su parte, son mellizos de 9 años que desde hace pocos meses leen mangas, y uno de sus preferidos es “Naruto”.

“A mi me gusta mucho leer – dice Nahuel - y los mangas están muy buenos porque los dibujos tienen detalles, como las sombras”.

Según relataron, comenzaron a leer mangas en la biblioteca del colegio, donde trabaja su madre.

“A mi me gusta uno – se entusiasma Lucio - en el que los personajes tienen poderes, de la tierra, el agua y el fuego, es como la película Ávatar. En el manga no todas las historias contienen violencia o peleas, sino que también está mucho la naturaleza”.

“Otra diferencia atractiva respecto a un cuento o novela infantil – coinciden los mellizos – es que los mangas empiecen de atrás para adelante”, lo que, según explica Silva, se debe a que a pesar de la traducción al español, conservan su formato original del japonés”.

En este punto, el investigador Alvarez Gando apunta que “los consumidores de manga se ven interpelados fundamentalmente por entenderlas como algo diferente o alternativo dentro de la oferta mediático-cultural dominante, y esto cobra aún más sentido si consideramos que habitualmente sigue existiendo cierta asociación de las caricaturas o de los dibujos animados con lo ‘infantil’ e ‘inocente’, en términos idealizados”.

“El manga hoy es el género de historieta que más se vende en el país, buscado por adolescentes y niños, pero también por jóvenes de entre 20 y 30 años que los coleccionan”

Darwin Silva,
Estudioso del fenómeno

Valentino, otro fan de 14 años, se describe como un lector de novelas y cuentos que también se deleita con los mangas. “Ahora solo leo mangas – dice - ningún otro cómic”, y también los animé, que es la versión animada de los mangas y que suelen ser muy fieles a los libros. En mi caso, miraba animé desde los 10 años, y desde el año pasado comencé a leer mangas, el primer libro me lo regalaron, y después seguí comprando otros”.

“Lo que más me gusta – refiere Valentino - son las historias y los dibujos detallados. El que estoy leyendo ahora, que es el que más me gustó, se llama “Tokyo Ghoul”, del autor Sui-Ishida, que cuenta sobre una sociedad en la que hay humanos y ghouls, quienes para sobrevivir tienen que comer humanos, algo parecido a los zombies; pero un chico sobrevive a un ataque y en el hospital le implantan órganos del ghoul y se cuenta cómo se relaciona con los humanos”.

DE ORIENTE A OCCIDENTE

“Más allá de los límites geográficos, lingüísticos y culturales – refiere el investigador Álvarez Gando - el atractivo de estos productos no reside solo en su “japonesidad” o en su “occidentalización”, un debate que se da entre los propios fans, sino en las formas específicas en las que abordan temáticas universales. Sus consumidores suelen destacar que encuentran en el manga y el animé tramas argumentales complejas sobre diferentes aspectos de la vida diaria, como la identidad, la familia, la justicia, la muerte, la violencia, la sexualidad, las contradicciones existenciales, el respeto por la naturaleza, el desarrollo tecnológico o los distintos modos de concebir la religión. Y estos temas se tratan con elementos de comedia, drama, acción, aventura, romance, terror, historia, fantasía y ciencia ficción, entre otros”.

“Es interesante notar que durante el boom del manga y del animé en nuestro país y en el resto de la Región – agrega - durante los años noventa la clasificación demográfica de los contenidos por géneros no fue tenida en cuenta y, por eso, la circulación masiva de estos contenidos generó una repercusión sociomediática negativa, y esa crítica estuvo acompañada de denuncias y censuras, ya que se percibía en sus contenidos con una carga erótica y hasta violenta. Por este motivo también fueron y son habituales las advertencias de un supuesto `peligro` que implicaría el consumo de manga y animé, en la medida en que aún suele presuponerse que los contenidos tienen aparentes `efectos lineales`, mecánicos e indiferenciados, sobre sus consumidores”.

En este marco, lo cierto es que, si bien el manga constituye una parte muy importante del mercado editorial de Japón, motiva múltiples adaptaciones a distintos formatos, como las series de animación, conocidas como animé, o de imagen real, películas, videojuegos y novelas, y cada semana o mes se editan nuevas revistas con entregas de cada serie, al más puro estilo del folletín, protagonizadas por héroes cuyas aventuras en algunos casos seducen a los lectores durante años, un fenómeno que desde los años ochenta ha ido conquistando también a los mercados occidentales, y que en nuestro país ya es también un verdadero “boom” de masas.

“Tokyo Ghoul”, del autor Sui-Ishida, cuenta sobre una sociedad en la que hay humanos y ghouls, quienes para sobrevivir tienen que comer humanos, algo parecido a los zombies / Web