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La Ciudad |UN VISITANTE ASIDUO

Gardel, el zorzal criollo que también sufrió con los “burros”

El mayor cantor de tangos de la historia argentina actuó en distintas épocas en La Plata, donde cosechó grandes amistades con músicos, futbolistas de Estudiantes y en el ambiente del turf

Gardel, el zorzal criollo que también sufrió con los “burros”

Carlos Gardel vino varias veces a la ciudad de las diagonales

2 de Marzo de 2020 | 02:29
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Carlos Gardel tuvo una importante vinculación con La Plata durante una buena parte de su vida artística, vinculación que no se remitió solamente al plano artístico aunque éste fuera, sin duda, el más destacado, sino que además, se trasladó al fútbol y al turf, en una mezcla de tangos y asados con amigos que de algún modo forma parte del intangible pero eterno patrimonio cultural de la Ciudad.

Una versión habla de una supuesta actuación de Gardel en un bar de 1 y 528, allá por 1913 ó 1914

 

Pero como suele ocurrir con las máximas figuras, sea de la canción, del teatro o del cine, se tejen historias en torno a ellas; son relatos que por lo general, de no ser totalmente verídicos, guardan alguna relación con hechos reales.

En el marco de la relación de Carlos Gardel con La Plata, los hechos y anécdotas están bien documentados, aunque, desde luego, también hay lugar para algunas historias que, al menos, no han podido confirmarse fehacientemente.

Así, una versión sin documentos ni testimonios indudables, habla de una supuesta primera actuación del cantor en un bar de 1 y 528, Tolosa, allá por los años 1913 ó 1914 en donde su paga habría sido el producto de la venta de rifas de botellas de vino entre los parroquianos.

El relato, que en la zona de Tolosa aún se cuenta en el ámbito de algunas instituciones sociales, dice que el todavía desconocido músico viajó hasta allí animado por un vecino de la zona que lo había conocido en la ciudad de Buenos Aires. Gardel habría viajado sin acompañantes en tren hasta la estación tolosana y tras entonar numerosas vidalas criollas y distintos aires sureros, emprendió el regreso a la metrópoli del mismo modo en que había llegado.

LA PRIMERA PRESENTACIÓN

La historia “oficial” de la presencia gardeliana en La Plata, en cambio está bien documentada en numerosas crónicas, y además, en un impecable y meduloso trabajo de investigación que durante décadas llevó a cabo el señor Aníbal Fedullo, un verdadero estudioso del tema.

Puede asegurarse que la primera presentación de Gardel en nuestra ciudad está bien documentada. Fue el 2 de diciembre de 1916 en la sala que por aquella época se denominaba Teatro Olimpo de La Plata y que tiempo después cambiara su nombre por el de Coliseo Podestá, en la calle 10 entre 46 y 47.

Pero en esa época Gardel todavía no era “Gardel”, y por cierto, estaba aún lejos de serlo.

En ese lejano diciembre el Olimpo había contratado a la compañía de Elías Alippi, haciendo su consagrado Juan Moreira en el marco de uno de esos típicos espectáculos de circo criollo de principios del siglo pasado.

El espectáculo, más allá de la breve representación teatral, presentaba varios números circenses y concluía con el denominado “fin de fiesta” en el cual actuaba el todavía ignoto dúo Gardel-Razzano. Cantando un variado repertorio folklórico como milongas, cuecas, tonadas y canciones del campo bonaerense, resultando muy aplaudidos en cada actuación.

El Zorzal criollo, en ese momento, no había incursionado aún en el tango, pero estaba a punto de hacerlo.

EN LAS ROMERÍAS DEL BOSQUE

La compañía de Alippi realizó varias representaciones durante ese mes en el Teatro Olimpo, lo que dio oportunidad a un hábil y avezado empresario platense del espectáculo, como Nicolás Cúccolo, pusiera el ojo sobre el flamante dúo.

Fue entonces que decidió contratarlos para participar de las romerías que durante varias de las noches de los meses de verano se llevaban a cabo en el Teatro del Lago del Bosque.

Esas muy concurridas y populares romerías congregaban a vecinos platenses de diversos estratos sociales y en su mayoría provenientes de barrios alejados del centro de la Ciudad. Se trataba de una gran kermesse con gran cantidad de entretenimientos y algunos espectáculos de variedades.

El dúo Gardel-Razzano actuó en las romerías desde el 25 de enero al siete de febrero de 1917, y eran presentados como el espectáculo artístico de mayor relevancia.

Cúccolo les había conseguido las instalaciones del Círculo Policial para dormir en nuestra ciudad, pero algunas noches, los músicos se iban a Buenos Aires en tren tomando a pie por la Avda. 1 hasta la Estación acompañados por el flautista platense Oscar Lovizutto, con quien trabaron amistad.

Con el paso de aquellos días, la calidad interpretativa musical del dúo se fue comentando en la ciudad y cada noche crecía la cantidad de público que iba a las romerías a escucharlos.

Los artistas se fueron popularizando velozmente, al punto de que el 5 de febrero tuvo lugar una histórica doble función organizada por Cúccolo. Por la tarde de ese día, Gardel y Razzano se presentaron en el elegante y aristocrático Cine parís, situado en la calle 7 entre 47 y 48, mientras que por la noche lo hicieron en la habitual romería del Teatro del Lago, ante un público bastante diferente.

Pero del anecdotario de esos mismos días surge el dato de que la compañía de tranvías tuvo que ampliar con un mayor número de unidades los servicios que de los distintos barrios de La Plata y sus alrededores se dirigían hacia el Bosque, repletos los transportes de gente que quería escuchar a los músicos que luego conocerían la consagración.

OTRA VISITA

Para 1922 el dúo Gardel-Razzano ya habían cobrado una enorme fama no solamente en el ámbito metropolitano sino también en el interior del país y seguirían juntos hasta 1925 pero ya con el tango como principal repertorio aunque nunca se alejaron del cancionero criollo.

La historia “oficial” cuenta que la primera visita del artista fue el 2 de diciembre de 1916

 

Los artistas volvieron a presentarse en nuestra ciudad, esta vez como figuras centrales, en 1922 acompañados por los guitarristas José Ricardo y Guillermo Barbieri. Las actuaciones se llevaron a cabo en el Teatro Ideal, sito en 47 entre 7 y 8 con un éxito de público formidable.

Tras las actuaciones, Razzano partía de regreso a Buenos Aires, mientras que Gardel, quien despuntaba su pasión por el turf y poseía algunos caballos pura sangre, se quedaba a compartir asados en el stud que en 38 y 118 poseía el cuidador platense Juan Ramón de la Cruz, con quien hacía tiempo tenía amistad.

Los asados se prolongaban durante la madrugada en charlas que concluían inevitablemente en guitarreadas con algunas canciones que Gardel cantaba como si su público fuera el de la Avenida Corrientes de la Capital Federal, y los vecinos de esa zona del Barrio Hipódromo, agradecidos.

REGRESO CON GLORIA

Separado artísticamente de Razzano en 1925, y como figura de gran renombre nacional, Carlos Gardel, vuelve a presentarse en 1926 y 1927 en La Plata, ciudad de la que guardaba grandes recuerdos por aquí había triunfado rotundamente una década atrás cuando apenas era uno de los animadores del “fin de fiesta” del espectáculo de la compañía de Alippi.

En ambos años actuó en el Cine Select, situado en la Avda. 7 entre 55 y 56, otra vez acompañado por los mismos guitarristas con los que se había presentado en 1922.

Las actuaciones fueron todas a sala llena y con entradas agotadas con semanas de anticipación, pero Fedullo, en su trabajo de investigación histórica sobre la relación del “Zorzal Criollo” con la capital bonaerense se detuvo en una anécdota que sirve para pintar de cuerpo entero al artista que nunca olvidó sus orígenes.

El hecho es que a la salida del Select en una noche de intenso frío, Gardel abordó un mateo que lo llevara a la Estación de 1 y 44; el conductor del coche tirado por un solo caballo le ofreció un poncho para que el cantante se pusiera durante el viaje; al llegar a destino al devolverle la prenda a su dueño, el artista le obsequió el valioso anillo que llevaba puesto en agradecimiento.

LAS ACTUACIONES DE 1933

Pero son las del año 1933 las actuaciones más recordadas de Gardel en La Plata. Ya consagrado internacionalmente, tanto en la canción como en el cine, conmociona a la Ciudad con sus presentaciones anunciadas en el Cine Teatro Astro, que se había inaugurado apenas seis meses.

Gardel, quien despuntaba su pasión por el turf, compartía asados en el stud de 38 y 118

 

En la flamante sala, el artista se presentó durante tres noches consecutivas con el acompañamiento de las guitarras de Domingo Vivas, Barbieri, Angel Domingo Riverol y Horacio Pettorossi.

Para cada presentación las entradas se habían agotado con mucha anticipación, pero era tan grande el deseo de ver al tanguero y actor de cine que muchísima gente se agolpaba en la calle 48 entre 7 y 8 aunque fuera al menos para ver llegar y salir al artista.

En la primera de las actuaciones, era tan grande el gentío que no había podido ingresar al Astro y que se había quedado en la calle, que al finalizar la presentación, Gardel salió a la vereda y cantó algunas canciones para sus admiradores.

Esa misma noche, según narra Fedullo, Manuel “Nolo” Ferreyra, Saúl “El Toro” Calandra” y Alejandro “El Conejo” Scopelli, todos futbolistas de Estudiantes y amigos personales de Gardel, lo invitaron a cenar al Jockey Club, pero no pudieron hacerlo porque ya dentro del salón, la gente se arremolinaba en torno del cantor para pedirle un autógrafo y saludarlo.

Unos minutos después, el grupo se las ingenió para cenar en un restaurante de 54 entre 7 y 8, en donde pudieron tener cierta privacidad.

Otro de los amigos platenses de Gardel fue el pianista Juan Cruz Mateo, que lo acompañó en sus presentaciones francesas y que también tocó el piano en algunas de sus películas.

EL TURF

Si bien el autor de “El día que me quieras” tenía algunos caballos de carrera en studs de nuestra ciudad, a los que solía concurrir, el hombre, según afirma el propio Fedullo y otros conocedores del tema, jamás estuvo en el hipódromo local, porque durante algún tiempo y por razones políticas, no hubo carreras en ese predio.

Cuando reapareció la actividad turfística local, Gardel nunca vino a presenciar las carreras en las que corrieron sus animales y se sabe también, que ninguno de esos caballos tuvo perfomances relevantes en la pista platense, a diferencia del mítico “Lunático” que conducido por su amigo Irineo Leguizamo obtuvo resonantes triunfos en Palermo.

 

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