¡Nos casamos! ¿Qué hacemos?

Dotadas con las proporciones justas de tradición e innovación, de ritmo y pausa, las fiestas de casamiento pueden convertirse en esos eventos inolvidables cuyas anécdotas se seguirán relatando durante décadas, y cuyas postales permanecerán en las páginas de los álbumes más atesorados.

Los tiempos cambian pero hoy como ayer, sin embargo, el desafío es el mismo: cómo organizar con eficacia esos encuentros que en sus versiones más logradas oscilan entre el apunte emotivo y el desborde fervoroso, sin que nada falte ni sobre, y con una impronta singular.

La fiesta de Luisina y Gonzalo

Luisina Manganiello (29) y Gonzalo (33) se casaron en noviembre pasado, tras nueve años de noviazgo. La fiesta fue soñada para ellos, súper planificada y como la habían imaginado durante mucho tiempo. “Sabíamos que queríamos una celebración con detalles lindos, para compartir con familia y amigos. Así que ahorramos durante mucho tiempo hasta poder hacerla como deseábamos”, confiesa esta pareja que tiene un comercio de ropa femenina en las inmediaciones de calle 12.

“Teníamos claro que queríamos una boda al aire libre, y que teníamos aproximadamente unos 130 invitados. Para la ceremonia, nos costó un montón conseguir un sacerdote que nos casara en el salón que alquilamos. Para que vayan a hacer la ceremonia a la fiesta antes tenés que casarte realmente en la parroquia o capilla, firmar las actas, y luego sí, el día de la celebración se acercan al salón y hacen una bendición. Fuimos a un montón de iglesias sin tener suerte, hasta que finalmente encontramos al padre Emiliano, de la parroquia San Juan de la Cruz, que fue muy atento y cálido”, resume Luisina.

Antes de eso, la pareja había pasado por el civil, con cuatro testigos, algo que es posible si se abona un plus por testigo, en el marco de la escala de tasas que se pagan habitualmente.

La de Luisina y Gonzalo fue una boda al atardecer en un parque, con un arco de flores en el altar y vestido blanco. Un servicio de catering con food-truck, los helados en paleta que están de moda y la mesa dulce con un reconocido servicio citibelense. Todo tal cual lo soñaron.

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En ese universo, hubo cuestiones especialmente cuidadas. “Queríamos que la ambientación fuera hecha por expertas, y contar con una pista led, que en principio no nos convencía, pero terminamos contratándola y estuvo hermosa”, revelan.

Respecto de los regalos, como los recién casados viven juntos hace años y no necesitaban muebles ni electrodomésticos, pidieron a sus invitados que colaboraran con la luna de miel, que fue en Tailandia. “Volveríamos a hacer todo exactamente igual. La fiesta estuvo genial y anduvo todo tal cual lo planeamos y lo imaginamos”, asegura Luisina.

A MESES DE DAR EL SÍ

A 120 días de su inminente boda, Carolina Pomo (41) tiene ya cerrados varios temas y muchos otros en una lista aún por visar. Es que el próximo 15 de diciembre dará el “sí” junto a Manuel Loberto (41), en una ceremonia por civil que se realizará en una quinta, antes de la fiesta.

“No habrá iglesia, sólo civil. Contratamos un servicio que es el de ‘civil a domicilio’, que es mucho más costoso que el tradicional. Pero decidimos hacerlo así para que sea todo el mismo día, ya que tenemos familiares que viajan para asistir. En lo económico, termina siendo casi el mismo dinero, porque si lo hacés antes, tenés gastos de ropa, de una reunión y un brindis con la familia… es más o menos lo mismo”, estima esta odontóloga platense que convive con su futuro esposo desde hace 5 años.

“El catering va a ser relajado, sin platos, estilo ‘finger-food’. También contratamos una barra de tragos, un carrito con helados y ya tenemos comprado todo el cotillón, que no es del convencional, sino que elegimos gorros panameños, pañuelos, anteojos de sol… todas cosas que los invitados se llevarán de souvenir y pueden seguir usando”.

En la lista de Carolina también figuran el DJ, el servicio de fotografía, la ambientación del lugar, el vestido y los zapatos. Todos ítems que va tachando uno a uno mientras combina la planificación del evento con su profesión. “Tuve que tercerizar muchas cosas, porque realmente no tengo tiempo”, sostiene. “No queremos ceremonia de la torta, ni ligas, ni vals. Planeamos una fiesta relajada, divertida, con ciertos detalles que nos gustan. Para el regalo, vamos a poner una urna en la quinta, para que los invitados colaboren con dinero para el viaje de bodas. También pueden hacer una transferencia. Nuestra idea es viajar a España y Marruecos… veremos si lo logramos”, agrega.

“Estamos muy felices con la decisión de casarnos. Son muchos años de vivir juntos y necesitamos una formalidad. Si bien tenemos certificado de convivencia y nuestra vida es como la de un matrimonio, estamos en una etapa de la vida en la que tenemos ganas de ser formalmente esposos”, cuenta Carolina.

Nos costó mucho conseguir un sacerdote que nos casara en el salón que alquilamos”

Mariela Luna y Patricio Parente también llevan “media vida” juntos y decidieron formalizar en diciembre próximo. Ya tienen dos hijos: Benicio (5) y Josefina (3), y están planeando “celebrar el amor” con ese plus, luego de 16 años de compartirlo.

“El gasto estimado de la boda es de 500 mil pesos. Es mucho más de lo que creíamos en un principio. Nos agarró una época súper complicada, pero nos benefició mucho que en diciembre del año pasado hayamos podido congelar lo más ‘grosso’ de la fiesta, como el salón, el catering... Unos meses después se fue todo al doble, así que en ese sentido nos benefició, pero nos agarró una crisis en el medio que supera los números del principio. Más o menos, redondeando, podrá costarnos esa plata con todo, incluyendo la ropa, que en nuestro caso es por cuatro”, advierte Mariela.

“Decidimos casarnos porque llevamos muchos años juntos y tenemos ganas de celebrar, de celebrar el amor, con amigos, con familia y porque consideramos que nuestros hijos están en una edad re linda para disfrutar del casamiento. De hecho, nos están acompañando en todo momento, planeando a la par… están contentos, ansiosos, esperando. Lo que más queríamos era que ellos pudieran disfrutarlo tanto como nosotros”, dice Mariela, quien está planeando junto a Pato su fiesta en un tradicional salón de fiestas de Gonnet.

Respecto del regalo, también pretenden hacer turismo, así que pondrán un “buzón de regalos” en la fiesta, para que los invitados hagan su aporte.

Los viajes, y en particular aquellos con destino caribeño, están entre los regalos más frecuentes que eligen los futuros esposos.

Verónica Ochoa, representante de una empresa de turismo, detalla que “antes era más habitual que la pareja abriera una cuenta en la agencia y la gente viniera a sumar dinero, o que depositaran en el banco. Lo hemos hecho mucho y funcionaba muy bien. Luego los novios elegían el destino de acuerdo al dinero que había, y en muchos casos pagaban la diferencia. Ahora es más común que ya vengan con todo resuelto, porque ponen buzones en las fiestas y ya saben con cuánto dinero cuentan aproximadamente”.

OTROS RUMBOS

Banderines de pared a pared en el salón de un club barrial, hamburguesas veganas, karaoke y mucho baile también pueden ser el marco ideal para una fiesta casamentera del siglo XXI. Así la pensaron Mercedes Galera (27) y Jomo Villarreal (30), y así la concretaron en el club For Ever, en pleno barrio El Mondongo. Aquí no hubo mozos y los amigos y allegados colaboraron con la logística de la cocina, con la música y con todo lo que hiciera falta.

“Nos casamos sólo por civil porque decidimos hacer un viaje largo. Queremos probar suerte en Europa y como Jomo tiene ciudadanía era más simple casarnos para encarar este proyecto juntos”, cuenta “Mecha”, quien acaba de viajar junto a su esposo a Barcelona, en el inicio de su literal “nueva vida” compartida.

“En lo personal, yo nunca había planeado casarme, ni hacer una fiesta… pero empezamos a proyectarlo y dijimos, ‘bueno, hagamos una fiesta. ¡Bailemos!’. Y fue así como empezamos a armar todo a nuestra medida. Fue un lío encontrar un lugar, porque queríamos algo informal y sin límites de horarios, así que encontramos un club de barrio, en donde fueron muy atentos en todo momento y pudimos concretar nuestros planes”, resumen.

“No hubo mozos, ni nada por el estilo. Las hamburguesas fueron veganas y hubo pizzas sobre las mesas. Un amigo nos ayudó un montón con la logística de la cocina, y fue todo re-autogestivo. Lo más importante para nosotros era compartir este momento con nuestros seres queridos: la familia, los amigos. Y también fue un poco como una despedida, porque por un tiempo largo no nos vamos a ver”, cuenta Mercedes, quien vendió todo lo que tenía menos la ropa, se casó y ya está en Barcelona junto a su esposo, haciendo realidad su sueño.