¿El sexo es mucho mejor en un hotel que en casa?

Los datos hablan por sí solos; el sexo mejora cuando estamos fuera de casa, cuando rompemos con la rutina y cuando desconectamos de los problemas cotidianos.

Y es que el erotismo no se lleva bien con lo estable, lo seguro, lo repetitivo.

Aborrece la rutina y no empatiza con la tensión.

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Muchas veces las vacaciones son para el 92% de los encuestados, la mejor vía de escape y el momento esperado para reactivar el amor y la pasión.
Las habitaciones de hotel tienen ese algo lujoso, sosegado y suntuoso que tiende hacia lo sexual”

De hecho y, respaldando estos datos, un estudio realizado por el comparador de ofertas Hotel Tonight más del 20% de los encuestados cree que no sólo cambia, sino que además ‘”mejora su experiencia si lo practican entre las sábanas de un hotel”.

Aún más, cuando se les pregunta por su pareja, el 30% afirma que mejora en la habitación de un hotel.
 
De hecho, el mismo estudio revela que estar en una habitación de hotel vuelve a las mujeres sexualmente más aventureras, así lo afirma el 40% de las encuestadas, que se atreven a probar con ciertos juguetes que vuelven el momento más especial.

Elsa Viegas, fundadora de Bijoux Indiscrets revela: “El placer relaja, reduce la ansiedad y el estrés. Abrazar, tocar y besar nos hace sentir bien, el cerebro libera dopamina que acelera el centro del placer y la recompensa del cerebro”.

Y es que, como explica Ian Kerner, psicoterapeuta, asesor sexual y escritor del best-seller ‘Ellas llegan primero’, “cuando miramos una habitación de hotel, nuestra mente ya está predispuesta; inconscientemente sabemos que podemos darnos un capricho. Las habitaciones de hotel tienen ese algo lujoso, sosegado y suntuoso que tiende hacia lo sexual”.

Pero los hoteles no sólo nos hacen más valientes o aventureros, además consiguen que las relaciones sexuales sean más placenteras y duraderas.

MITOS Y REALIDADES

Los hoteles se han convertido en sitios en los que podés ir a todo, menos a descansar. No es nuevo que las parejas busquen lugares fuera de casa para tener relaciones íntimas, pero en los últimos años el negocio de los hoteles especializados en el placer ha aumentado, y cada día se renueva. Son el lugar perfecto para deleitarse sensorialmente y dejarse llevar.

Durante mucho tiempo los hoteles fueron tildados de lugares indecentes en los que los amantes se veían para llevar a cabo actos extramaritales, pero hoy son más las parejas que acuden a ellos para darle un giro emocionante a la relación y redescubrirse en la intimidad, afirma el estudio.

Por eso, muchos sostienen que tener sexo en un hotel es mucho mejor que en cualquier otro lugar.

Un hotel es el lugar ideal para salir de las actividades que repetimos diariamente. El simple hecho de envolverte en sábanas que no son las propias ya es algo extraño. Si a esto le sumamos que esté en un lugar lejos de casa, el espíritu  aventuro crece aún más; caminar por calles desconocidas o ver paisajes que no son los de siempre, despierta en nosotros las ganas de querer probar y descubrir cosas nuevas en todos los aspectos. También en la cama, afirma Viegas.

Cuando te dirigís con tu pareja a un hotel los dos tienen claro a qué van; pueden improvisar mejor y sin rodeos, ya que la sensación de libertad que les da estar en un sitio en el que no serán molestados o distraídos, les dará la inspiración y seguridad necesaria para entrar en materia.

Para aquellos que viven con su familia, comparten departamento o en uno propio, gritar durante el sexo no es la opción, puede resultar incómodo que los vecinos sepan el nombre de tu pareja por los gritos apasionados. En un cuarto de hotel, especialmente en hoteles dedicados al “amor”, es permisible, pues los demás esperan escuchar este tipo de sonidos. Así que podés darte el lujo de pasarla bien sin importar que los de a lado se enteren de lo bien que la están pasando, afirma el estudio.

Una noche en un hotel puede darnos un poco de adrenalina, sólo necesitás dejar las cortinas abiertas o aprovechar el balcón para llevar a cabo posiciones poco usuales. Al final, las personas que puedan verte o escucharte son perfectos desconocidos.