Los conocía, los dejó pasar y quisieron asaltarlo: mató a uno de los ladrones

En la familia aseguran que el revólver 32 Doberman que Carlos S. guardaba en la pieza era una reliquia familiar más que un instrumento de defensa. Sin embargo, cuando decidió empuñarla recobró su aliento de fuego en forma instantánea para herir de muerte a Nahuel Ferraro, un joven de 23 años que en las primeras investigaciones se ubica como protagonista de un intento de robo cuchillo en mano, en perjuicio del jubilado de 79 años en su casa situada en City Bell.

Todo ocurrió en horas del mediodía, cuando Carlos atendió un llamado en la puerta y se encontró con dos caras conocidas o al menos una, la de Ferraro, también vecino de la zona (vivía en la zona de 15 y 466), aunque con antecedentes penales por robo.

Según contó a este diario Sandra S., una de las hijas del hombre “mi papá conocía al muchacho porque antes había pasado, varias veces, vendiendo cosas y armaron una buena relación. Esta vez vino con una chica, a la que presentó como su novia. Ella le pidió pasar al baño mientras estaban charlando en la puerta y mi papá la dejó entrar”.

Según el relato de la mujer, coincidente con el parte policial, a esa altura ya había un arma blanca en la escena. “El muchacho se metió detrás de la chica, lo amenazó con un cuchillo y le pidió plata. Eso lo sorprendió”.

Según el relato sobre el que avanza la investigación y que ayer reprodujo la hija, Carlos S. entregó una primera suma de dinero, pero le exigían más. “Les dijo que tenía más en la pieza. Fue y buscó el arma”, apuntó Sandra.

El hombre volvió al comedor y disparó contra Ferraro, quien sufrió una herida de bala a la altura del abdomen.

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En la pieza escuchaba todo la esposa del ex trabajador de la entonces empresa de distribución de energía, Segba, también jubilada y limitada por una discapacidad.

La pareja de jóvenes huyó llevándose una billetera, un celular, un juego de llaves y unos 4 mil pesos. Ferraro iba con un daño severo, pero logró subir a una moto en las inmediaciones. Recorrió unos 4 kilómetros hasta Hospital de Gonnet, donde pidió auxilio médico. No resistió el daño del balazo.

Se calcula que la joven escapó a bordo del mismo rodado. Habrían llegado separados, en dos motos. Al final, en la escena quedó abandonada una Honda XR 125 roja.

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En la familia se preguntaban ayer si no hubo otras personas frente de la casa de Carlos, cuando todavía había una charla de conocidos.

Hasta el momento del encuentro entre Carlos y la pareja de jóvenes nada llamaba la atención en el barrio, un escenario con clásico reparto de casas de familia con presencia de verde en los cercos, jardines y árboles, en calles con poco movimiento de vehículos y peatones.

Carlos S. vive desde hace décadas en la misma casa, donde crió a las dos hijas junto a su esposa

Carlos S. conoce bien el barrio. Vive en la misma vivienda desde hace más de 50 años. Ahí crió a sus dos hijas y hoy la comparte con su esposa y uno de los nietos, un estudiante universitario en la carrera de Licenciatura en Sistemas Informáticos. El joven trajo algunos elementos modernos al hogar de los abuelos. En particular, una cámara y una alarma. Si bien no habían sufrido robos, la seguridad es un tema de preocupación en la familia.

La propiedad, con un corredor techado hacia la línea municipal tiene un portón corredizo que evita el acceso hasta la puerta principal.

“Yo le digo `fijate, fijate. No le abras a nadie´, pero él le abre la puerta a todo el mundo”, contó Sandra, quien ya no vive en el barrio, pero junto a otros familiares ayer asistía a sus padres.

La mujer explicó que el arma con la que Carlos S. hirió de muerte a Ferraro estaba en la pieza de sus padres desde hace mucho tiempo.

“Mi papá la heredó de mi abuelo, el padre de mi mamá. Creo que es de la época en la que no se registraban las armas”, mencionó.

La mujer sostuvo que su padre no la usaba y carece de cualquier tipo de antecedente en la Justicia. Quien los tiene es el joven muerto en la tarde de ayer. Una fuente judicial informó a este diario que tenía una condena a 7 meses de prisión por el delito de robo en tentativa y pasó por las cárceles de Olmos y 28 y 35 de Magdalena en periodos intermitentes durante los últimos tres años.

A media tarde, entre los familiares de Carlos S. había preocupación por el futuro. “No sabemos si alguien puede buscar represalias por lo que pasó. Vamos a pedir medidas de seguridad y algún tipo de custodia en esta zona”, indicó Sandra.

Al cierre de esta edición, la Policía buscaba a la joven, de cabello rubio, que acompañaba al chico baleado de muerte por Carlos S. durante el mediodía.

Sobre el final de la tarde efectivos de la comisaría 10ª de City Bell y de la Dirección de Investigaciones (DDI) de La Plata realizaron un allanamiento que dio resultado negativo.

El incidente dio lugar a actuaciones caratuladas como “robo calificado por el empleo de arma blanca”, con intervención de la fiscalía en turno a cargo de Leila Aguilar (UFI 5 ).

Con respecto a la muerte de Ferraro, la Justcia aún no realizó imputaciones a Carlos S. por entenderse, en esta instancia de la investigación, que actuó en legítima defensa.

Si bien declaró en la comisaría durante varias horas, sólo fue a título testimonial y sin ningún tipo de consecuencia legal hacia su persona (está libre), más allá de que lo imputaron por “tenencia ilegal de arma de uso civil”.

El asalto y la muerte de Ferraro se inscriben en una persistente ola de violencia en la Región, donde se cuentan 23 asesinatos en lo que va del año.

La interminable secuencia de robos violentos tienen en alerta a todos los barrios y generan encendidas manifestaciones, que ayer volvieron a aparecer en torno de este nuevo caso.

Las redes sociales y foros de opinión, como el que propone este diario en su sitio web, hubo expresiones de apoyo a Carlos S. y en demanda de medidas de prevención.