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Jueces y juezas

Jueces y juezas

Alejandro Castañeda
Alejandro Castañeda

25 de Mayo de 2025 | 05:53
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Los jueces también se arrepienten. Es histórico el caso del árbitro Yael Falcón Pérez que el domingo pasado rogó para que el pateador de Platense convierta el penal que le diera el triunfo sobre River. ¿Por qué? Yael sufrió un ataque de remordimiento inédito en la historia futbolera. Había facilitado sin querer el empate sobre la hora por una falla grosera. Se sintió avergonzado y arrepentido. Pero su manera de gestionar la culpa, en silencio y ante 80 mil personas, va más allá del fútbol y el referato. ¿Qué cosas se le habrán cruzado por la cabeza cuando tuvo que dar ese penal que había nacido invalidado? A partir de allí, aguardó que la serie de lanzamientos recompusiera lo que él había provocado. En esa pausa sufrió más que los arqueros. Por eso, cuando llegó ante la pelota el pateador que podía darle el triunfo a Platense, nadie se imaginó lo que le estaba rogando pegadito al oído: “¡hacé el gol por favor, así termina todo esto!”. Y “esto” era poner en los pies de un jugador su ansiado alivio. Y para que se esmerara, le agregó: “hacé el gol… yo tengo hijos”, apostando todo a la buena puntería.

Es un suceso extraño y bochornoso pero al menos desinteresado: un árbitro repartiendo culpas y disculpas para darle alivio a su mala conciencia. Lo suyo pudo ser una variante exagerada y perversa de la compensación. Cuando el partido se le había ido de las manos, entre tarjetas amarillas perdonadas y rojas diferidas, su cabeza buscaba sino justicia al menos repartir equitativamente los errores para poder emparejar sus pifiadas.

Ser juez de fútbol es una faena ingrata y sufrida. Su misión es pasar desapercibido. Se le exige objetividad ante un marco de arrebatada subjetividad. En un escenario donde sobra la doble intención y la mala fe, los árbitros deben dictar sentencia en un segundo, aunque ahora el VAR los ayude. Yael falló en su afán de no perjudicar a nadie. Tomó partido al querer equilibrar las cargas. Querer compensar es una tarea interminable. En ese tire y afloje entre el equívoco y la necesidad de enmendarlo, cayó un par de veces en errores que se fueron acomodando en su conciencia y lo dejaron seguir pitando. Vale su confesión en medio de un gremio que jamás reconoce yerros. Lo de Yael fue penoso como profesional, falló seguido, pero de alguna forma se redime por la elocuente sinceridad de pedirle a un jugador que aporte la justicia que él no fue capaz de impartir.

 

Falcón Pérez anduvo repartiendo culpas y disculpas para darle alivio a su mala conciencia

 

JUEZA ANTE LAS CÁMARAS.- Las pruebas incorporadas en el expediente donde se investiga el supuesto vínculo de la jueza Julieta Makintach con la presunta preproducción de un documental sobre el juicio por la muerte de Diego Maradona, podrían derivar en la nulidad del debate. Esto se debe a la aparición de un video que muestra a la magistrada en los tribunales junto a un equipo de grabación. Otro dato clave que revelaron fuentes judiciales es que la jueza Makintach es quien autorizó a dos productoras a llevar a cabo “La Jueza de Dios”, nombre que iba a recibir el documental. Según se pudo desprender, ella era la única persona del tribunal que sabía que se estaban tomando imágenes del juicio para una serie que la tenía como protagonista. Julieta, lejos de admitir la falta, como el compungido Yael, lanzó su batería de aclaraciones y desmentidas, aunque aseguran que Makintach tendría firmado un acuerdo para hacer un “documental sobre las audiencias”. Y se la vio rodando, en pleno domingo y con buen andar, una escena en los tribunales. La BBC al parecer la habría convencido de fallar –en toda la acepción de la palabra- como magistrada a cambio de algún penal sobre la hora y estrellato. Ella sabe que la figura de Maradona le puede sumar goles inaugurales a una carrera que le abriría puertas menos justicieras y más vistosas. En un mundo ávido de imágenes, mujeres y hombres desean entregarse a esas cámaras cómplices que los muestren en las inmediaciones de la fama. Julieta también es coaching en ontología, una disciplina que ordena la inteligencia emocional. Y esta vez su Romeo sería un tentador acuerdo con la BBC que seguramente aportará regalos y promesas a un balcón florecido de expectativas.

Mientras, Diego sigue padeciendo: desconfían de los enfermeros, los profesionales, los amigos. Hasta la jueza es sospechosa.

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