
El peronismo, la enseñanza de Napoleón y la crisis que sacude la campaña libertaria
El peronismo, la enseñanza de Napoleón y la crisis que sacude la campaña libertaria
VIDEO. Sueño cumplido: Tricolores inauguró su nuevo polideportivo
El rayo “turisteador”, la cena de los caimanes y las “propiedades” de la farmacopea amazónica
VIDEO. Los Tilos se quedó con otro clásico y lo festejó como merecía
Celular 5G, TV Led y un metegol: EL DIA premia a sus suscriptores con sorteos imperdibles
Un intento de Kicillof, el freno de La Cámpora y los cargos en juego
Disturbios y enfrentamientos en la visita de Javier Milei a la ciudad de Santa Fe
Alta presión cambiaria y consumo en retroceso, con las urnas a la vista
Pese a la guerra política, ahora el mercado pareció decir “sí”
El problema de Argentina es el sobreendeudamiento más que el déficit fiscal
Un “jefe” encima de Pequeño J: “No es verosímil que él sea un líder narco”
Desvalijan y destrozan la casa de una abuela a metros de Plaza Paso
En la mente vale todo... Las fantasías sexuales, un viaje íntimo de deseo
Babasónicos le dio vida a todo y deslumbró en el Hipódromo de La Plata
Vuelve “Gumball”: un mundo desquiciado que dio una segunda oportunidad a personajes descartados
Nicola Peltz: la “it girl” de cuna de oro que enfrentó a los Beckham
Crochet: el tejido artesanal que conquista la temporada primavera-verano
El libro que propone soltar mandatos y conquistar la libertad
Estimado lector, muchas gracias por su interés en nuestras notas. Hemos incorporado el registro con el objetivo de mejorar la información que le brindamos de acuerdo a sus intereses. Para más información haga clic aquí
Decenas de “productos” se ofrecen en el Mercado de Manaos para las dolencias más diversas
Hipólito “Pico” Sanzone
“El año pasado un caimán se comió a un mexicano”.
Si se acepta “turistear“ como acción de convertir un paseo peligroso, arriesgado e incierto en una excursión amable, tranquila y predecible, podría decirse que el Amazonas está muy turisteado. Pero la industria del turismo no puede, sin embargo, doblar por completo la voluntad de la selva. Siempre habrá algo impredecible, que se escape de las manos.
“El año pasado un caimán se comió a un mexicano”, me dice Milton, serio, con los ojos abiertos por su propio asombro. Más tarde, ya en confianza, me aclara que en realidad el caimán solo lo mordió “por ser imprudente”. Caminar por la selva, navegar, pescar pirañas, interrumpir la cena de los caimanes buscando con linterna sus ojos rojos entre los pastizales. Todo eso y más puede hacerse. Y los costos van desde los 70.000 pesos hasta los 900.000 pesos.
La marca de repelente más conocida por nosotros no tiene buena prensa aquí. Me lo dice Leandra, mientras se levanta la remera y exhibe media docena de ronchas del tamaño de besos apasionados, en la espalda, próximos a la cintura. Viene de cuatro días en un Lodge donde le ofrecieron hasta la comodidad de un aire acondicionado. Pero prefirió la aventura de dormir en una hamaca bajo una suerte de tinglado comunitario junto a otros de los que nos reconocemos mal de la cabeza. Para emborracharse con el ruido de la selva, hay que saber sufrirla, aunque sea un poco.
“Ese repelente dura media hora. Después te apuñalan, te pican por encima de la ropa”, exagera convencida y recomienda una marca que viene en un envase negro y cuesta tres veces más que el que ya sabemos. En la farmacia de una esquina de la céntrica Getulio Vargas le dan la razón a Leandra. E informan que son 80 reales ($21.000) los que hay que pagar por un pomo que, dice, es mejor que el aerosol que luego habrá que dejar o regalar porque en el equipaje de mano no se puede llevar en el avión de regreso.
Otro tema es el del equipaje. El 99% de los que llegan a Manaos lo hacen con una mochila o un carrión casi vacío. La variedad y precios irrisorios de la ropa así lo ameritan. Pero al mismo tiempo es garantía de más carga al regreso. Entonces se zambullen en el océano de las valijas. Colores, tamaños, fortalezas. A precios de otro siglo. Desde $20.000 se pueden comprar enormes valijas o bolsos rectangulares del tamaño de una mesa de luz. Llegan livianos y se vuelven con un tótem con manija, rueditas y vivos colores qué deberán despachar vaya a saber a qué costo.
LE PUEDE INTERESAR
VIDEO. Otra vez, caravana de motos y caos nocturno
LE PUEDE INTERESAR
VIDEO. La Fiesta del Inmigrante ya tiene a sus nuevos embajadores culturales
Durante 450 años los conquistadores prácticamente ignoraron a la Amazonia. De entrada nomás advirtieron que no había oro y descartaron el esfuerzo y el peligro de adentrarse en la boca de ese monstruo verde. Pero hacia 1870 advirtieron que de la savia de un árbol salía un líquido raro con el que se empezaron a hacer maravillas: el caucho. Hasta 1912 duró la llamada Fiebre del Caucho, que ayudó a poblar lugares remotos de la selva pero también a convertirlos en centros de explotación salvaje. Sepa, nomás, a quién le debe esas cosas redondas que ayudan a mover su auto en mejores condiciones que si fuesen de madera. Todo lo vinculado a aquella Fiebre del Caucho forma parte del derrotero turístico y más allá de su famoso Museo, en numerosas aldeas se conservan testimonios de aquellos obradores, conducidos por “Barones”, como los de nuestro Conurbano, pero peores. Otra pregunta difícil de responder es cuántos días se necesitan para conocer a fondo el Amazonas. Es gigante, los ríos tributarios son muchos y todo es sorpresa. En la vecina Presidente Figueiredo, a 100 kilómetros de Manaos están los rápidos del río Urubí y hay cascadas. Selva y cascadas. Un cóctel inolvidable.
El rayo “turisteador“ tiene impensados alcances. Los Catalau, desde tiempos remotos aprendieron que para vivir junto al Amazonas lo mejor es una casa flotante, apoyada sobre troncos gigantescos que sin motosierras deben haber costado sangre, sudor y lágrimas para cortar. Los Catalau tienen hasta una escuela flotante y una iglesia y esperan a los turistas con unos bailes y artesanías para venderles. Y algunos ofrecen, a 30 reales ($8.500) fotos con una considerable boa o un lagarto de metro y medio.
Los hombres fingen andar desnudos. Fingen, porque debajo de una suerte de taparrabos de hojas verdes se ve que usan calzoncillo. Y las mujeres, algunas casi niñas, visten unas polleras como de paja y también fingen llevar los senos al aire que en realidad tapan con una abundante ristra de collares. Son indios “turisteados”. Uno, que se me presentó como algo así como brujo de la tribu, ahí nomás me vendió un jarabe de aceite de cobra. Mejor no abundar en detalles sobre sus supuestas propiedades. Veremos.
En la isla siguiente vive y trabaja Gabriela, a la que podríamos llamar farmacéutica. Su casa flotante de madera y paja es una farmacia cabal, pero sin balanza ni obras sociales. Ofrece aceite y perlas de recetas magistrales que, asegura, curan de verdad. Las hay para “la salud del útero”, para cualquier forma de diabetes, para el estómago, los riñones, la depresión, el estreñimiento y la fortaleza íntima. Los frascos de 50 pastillas no superan los 20 reales, unos 5.700 pesos.
Ahora la escena transcurre en el pintoresco mercado de Manaos.
“Pero esto cura el útero?”, le pregunta una mujer a la vendedora, entre incrédula e indignada. Tiene un frasco en la mano y lo golpea con el índice como si la estuviese acusando de un delito. La chica la mira fijo, a los ojos, como si fuese a revelarle un secreto terrible. “Completamenchi”, le dice, sin que se le mueva un solo músculo de la cara. Me parece estar viendo al genial Alberto Olmedo en versión femenina de su Manosanta. La mujer deja el frasco con las grageas de “Aceite de Anaconda” como reza la etiqueta y se va sin saludar. La vendedora ni se inmuta. Antes de irse, la clienta me echa una mirada y la seña de tener el as de espadas, como que busca mi complicidad. Pero yo: una piedra aunque por dentro me despedazo de risa. Sigo ahí fascinado, mirando las etiquetas de los frascos y cada tanto echo mano al traductor de Google que llevo en el teléfono. “Desaparece depresion”, dice un frasco de perlas anaranjadas. “Sua esposa viverá com gratidão”, anuncia una leyenda en un pomo blanco que jura ser aceite de caimán y que no se necesita mucha traducción para sospechar que puede ser el viagra de los cocodrilos. “Diabetes será uma lembrança ruim“, se sostiene desde otro envase de aceite que también viene en grageas y en versión de hojas para hacerse té.
“Você precisará beber uma xícara pequena todas as manhãs por até 50 dias”, instruye.
Y no pasan tres minutos que la mujer regresa con un billete de 50 reales en la mano y le pregunta a la vendedora si tiene troco, si tiene cambio.
“Ten. ¿Máis no quiere levar cuatro por 50 reais?”. La mujer dice que sí y entrega el billete color ladrillo y gris con la cara de la república y la de un yaguareté. Se acaba de ahorrar 10 reales en el “tratamiento” qué ha decidido seguir.
“Son placebos. Ninguno cura nada. ¿Usted cree que un aceite de 15 reales va a solucionar un problema de próstata o de fertilidad?”, dice el farmacéutico de la esquina de Getulio Vargas. Lo dice con una amplia sonrisa, pero enseguida se pone serio.
“Es triste pero hay personas desesperadas que creen que sí, que es posible” Son souvenires, regalos graciosos. Si lo toma de esa forma entonces compre y regálelos”, indica. Sin embargo, el negocio de la farmacopea amazónica va más allá de rubro del souvenir. Se consume y factura por millones. Y se envía en grandes bultos a diferentes rincones del país. Los bultos se pueden ver en el Mercado Municipal y en el Puerto de Manaos, listos para ser embarcados río arriba, donde los esperan para venderlos como pan caliente. Los “medicamentos” amazónicos cuestan un promedio de 15 reales ($4.300) en sus diferentes versiones y hay, como en el caso de los “indicados”, para la endometriosis o los problemas de próstata, el colon irritable o la tos seca, unos botellones o “garrafadas” qué cuestan 40 reales ($11.500) y traen 4 litros.
“Acontece que algumas pessoas precisam fazer tratamentos mais longos”, me explica la vendedora, siempre cara de póker. Y con una autoridad que impresiona. Divina.
La pesca de pirañas es otro clásico de los clásicos. La oferta dura cinco horas desde antes del anochecer porque los paquetes incluyen el avistaje de caimanes en esas horas nocturnas. En la zona del Río Negro donde se concentran los “fluctuantes”, que son plataformas de madera para pescar pirañas, merodean las rojas y negras. Aseguran que son las más bravas y que su carne es “deliciosa y afrodisíaca”. Pero hay un acuerdo no escrito: se pescan, se miran, si el pescador se anima a tocarlas se tocan y luego, con suavidad, se desengancha el anzuelo y se devuelven al agua. Los pescadores profesionales, esos que conocen de cañas, reeles y demás adminículos, no pueden creer que los nativos pesquen con tanta facilidad con una cañita de bambú y un anzuelo común y corriente. La clave, explican, está en la carnada. A estas no las arreglás con mojarritas. Hay que encarnar con pedazos de carne. De vaca, de buey, de cebú o lo que sea pero carne. Acaso esa sea una prueba cabal de su voracidad.
Los mordidos por una piraña aseguran que primero se siente un ardor muy fuerte. Que casi no hay dolor. Y que enseguida se comprueba que donde mordió, se llevó un pedazo. La pesca de pirañas incluye mover de vez en cuando el agua, incluso con la misma caña. Es para que crean que además del pedazo de carne, hay algo más grande nadando.
En las calles de Manaos andan lustrabotas. Son de todas las edades y cargan el icónico cajoncito para poder sentarse y que el cliente apoye el pie. Pero, ¿quién va a necesitar un lustrabotas en una ciudad que llega a soportar 50 de térmica? ¿Qué civil de los que andan por la calle va a usar botas o borcegos?
La respuesta la tienen los dueños de los cajoncitos: en rigor, no lustran botas, lustran-lavan zapatillas.
“Se las dejo como nuevas, uso producto natural”, miente Gerson. De lejos se siente el olor a Cif diluido con andá a saber qué. Pero Gerson merece que se le crea y la experiencia es exitosa. En cinco minutos de cepillo, trapo humedecido en el “producto naturais” y una buena friega con microfibra, las zapas parecen recién compradas. Cuenta que hace dos años trabajaba de lo que pintara. Y que su último empleo fue en una lanchería como le dicen a lo que en La Plata serían los puestos verdes de chori, paty y panchos. Pero la paga no era muy buena y las horas de trabajo muchas. Y un día vio pasar a un limpiador de zapatillas y le preguntó cuánto se ganaba. A 20 (5.700) reales la limpieza, sacó la cuenta rápidamente y concluyó en que con 10 que hiciera por día, sin horarios, sin tareas extras, podría ganar el doble que en el lanchonete.
“El cajoncito me lo hice a partir de unas fotos que tomé con el celular. Hay días de más 15 limpiezas. La suerte es que las zapatillas se ensucian rápido, sobre todo las que tienen el borde blanco, que son la mayoría. Después de una lluvia hay más clientela”, revela.
Continuará…
Decenas de “productos” se ofrecen en el Mercado de Manaos para las dolencias más diversas
La limpieza de zapatillas es un buen negocio en las calles de Manaos
En algunas aldeas esperan al turismo con bailes, artesanías y hasta con boas y cocodrilos para fotografiarse
Una de las casas flotantes
Sin reeles ni equipos sofisticados. Apenas una caña de bambú, un hilo de pesca y un anzuelo. El secreto está en el buena carne de carnada
La piraña roja y negra, “las más brava”. Cuando muerde casi no hay dolor, solo ardor y comprobar que se ha llevado un pedazo
ESTA NOTA ES EXCLUSIVA PARA SUSCRIPTORES
HA ALCANZADO EL LIMITE DE NOTAS GRATUITAS
Para disfrutar este artículo, análisis y más,
por favor, suscríbase a uno de nuestros planes digitales
¿Ya tiene suscripción? Ingresar
Full Promocional mensual
$690/mes
*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $6470
Acceso ilimitado a www.eldia.com
Acceso a la versión PDF
Beneficios Club El Día
Básico Promocional mensual
$530/mes
*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $4190
Acceso ilimitado a www.eldia.com
Diario El Día de La Plata, fundado el 2 de Marzo de 1884.
© 2025 El Día SA - Todos los derechos reservados.
Registro DNDA Nº RL-2024-69526764-APN-DNDA#MJ Propietario El Día SAICYF. Edición Nro. 6986 Director: Raúl Kraiselburd. Diag. 80 Nro. 815 - La Plata - Pcia. de Bs. As.
Bienvenido
Estimado lector, muchas gracias por su interés en nuestras notas. Hemos incorporado el registro con el objetivo de mejorar la información que le brindamos de acuerdo a sus intereses. Para más información haga clic aquí
Ante cualquier inconveniente durante el inicio de sesión, por favor escribanos a sistemas@eldia.com
Bienvenido
Estimado lector, con sólo registrarse tendrá acceso a 80 artículos por mes en forma gratuita. Para más información haga clic aquí
DATOS PERSONALES
Ante cualquier inconveniente durante el inicio de sesión, por favor escribanos a sistemas@eldia.com
¿Querés recibir notificaciones de alertas?
Para comentar suscribite haciendo click aquí