Monse y Bela: las Aidas de “Aida”

En un alto de los ensayos del clásico de Giuseppe Verdi “Aida”, que desde hoy vuelve a la sala Ginastera del Argentino, las cantantes Monserrat Maldonado y María Belén Rivarola le cuentan a EL DIA cómo encaran el protagónico de este clásico del repertorio lírico con un personaje que, según admiten, es el que toda soprano desea cantar alguna vez.

En el caso de Monserrat Maldonado, esta será su segunda vez. La artista paraguaya, radicada en este país desde hace 13 años, fue parte del estreno de esta producción integral del primer coliseo bonaerense, el año pasado. En esa oportunidad, Monse -como la llaman los más cercanos-, participó en el segundo elenco, y ahora encabeza el primero. Para la artista formada en el Instituto Superior del Teatro Colón, casa en la que ha hecho gran parte de su carrera, ser primera o segunda da igual, porque “hacer este trabajo con colegas que son tan excelentes, con personas que trabajan con tanto amor, ya pasa por ser anecdótico el cast que te toque”.

Monse está sentada en la platea de una sala Ginastera vacía, apenas iluminada: músicos y cantantes volvieron a sus camarines en un alto de los ensayos que volverán a retomarse 30 minutos después. Mirando al escenario, con la escenografía a medio armar, a la soprano se le iluminan los ojos de imaginarse otra vez ahí arriba, volviendo a vestir las pieles marcadas de la sufriente Aida, la princesa etíope capturada que se enamora del jefe militar egipcio: Radamés.

Un personaje que “es la cumbre para cualquier cantante, esas óperas emblemáticas que todo cantante sueña con poder cantar” y que supone una “gran responsabilidad” por su profundidad.

“Aida es sumamente compleja, sumamente atribulada. Está constantemente en guerra contra el deber patriótico y con este amor que surge en el lugar más inhóspito para ella”, define sobre un personaje con el que tiene varios puntos en común.

“Yo me la imagino odiando cada segundo que vivía en Egipto. Y ella lo cuenta mucho: la añoranza que siente por su patria. Y en eso tenemos algo en común porque uno nunca deja de extrañar la tierra de uno por más que uno hace de cada espacio su hogar”.

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Integrante del Coro Estable del Teatro Colón (en donde cantó los Wesendonck Lieder de Wagner junto a la Orquesta Académica, el Réquiem de Oscar Strasnoy, roles en Suor Angelica de Puccini y como solista en conciertos corales bajo la dirección de Miguel Martínez), Monse habla de cómo resuena esta historia en este presente convulso. “Es una ópera que tiene mucho que ver con esta constante pelea de poder. Es un imperio al que no le importa nada ni nadie. Ni siquiera, como a Amneris, los cargos más importantes. No le importa nada con tal de que prevalezca el poder, por sobre todo. El sentimiento, lo que lleva la persona por dentro, es lo que menos importa, sino el despliegue del poder que puede tener una nación: avasallando derechos, pasando por encima de quien sea, invadiendo”.

Pero también le gusta pensar en otra lectura. Dice que “en la historia se muestra una piedad medio disfrazada cuando se perdona al pueblo de Etiopía pero por una cuestión de guarda, de cuidado, de ver a quién tienen detrás. Siempre hay una intención. Y eso es algo que se ve mucho hoy en día: por afuera parece una cosa pero por dentro hay otro sentimiento escondido”.

DEBUTAR EN EL ROL

María Belén Rivarola debutó este año en el Teatro Argentino (en la Gala Puccini) y desde este fin de semana volverá a la sala Ginastera con un rol que interpretará por primera vez, el de Aida, “un rol soñado, con el que toda soprano anhela en algún momento de su carrera poder hacer”. Y el momento, para la joven rosarina, ha llegado.

Desde que fue convocada, se prepara. Se trata, claro, de un título conocido por ella, pero al que le ha dedicado mucho tiempo de lectura y estudio con su maestro y su repertorista. Aunque está acostumbrada a Verdi, y eso le da seguridad (dice que el italiano parecía que tenía buena relación con los cantantes y que los apreciaba porque nunca escribió nada que los hiciera sentir incómodos), sabe que está en presencia de un material que tiene alguna “zona de mucho peligro” (como el sobreagudo de la segunda aria) pero llega con la confianza de haberse “armado” lo suficiente para poder “ofrecer lo que está escrito en la partitura y que no sea una libre interpretación de lo que uno puede hacer”.

Bela -como le dicen los conocidos- espera su turno para ir a ensayar. Recibe a EL DIA en el camarín, y se la nota ilusionada con este desafío que, según confiesa, lo recibe como a todos en general, “con mucha felicidad, siempre tratando de aprender”. En este sentido, es consciente de que tal vez la próxima vez que interprete a Aida tendrá las herramientas que le dará la experiencia pero para este debut no se guardará nada: “la quiero hacer con todo lo que puedo ofrecer ahora, que es lo mejor que puedo brindar”.

La joven solista, que se ha formado en el Colón, en donde viene de participar en “Il Trovatore” (rol de Inés y cover de Leonora de Anna Netrebko) y “Die lustige Witwe”, asegura que en Aida podemos ver a “una persona luchando con lo que debe hacer y lo que hay que hacer al mismo tiempo para poder sobrevivir, un dilema que en la mayoría de los roles está, y que tiene que ver con lo que nos pasa diariamente como seres humanos”.

Por eso, por abordar Verdi temas universales, es que para Bela -que este año se mudará con sus dos perritos salchichas a vivir junto a su prometido en Estados Unidos, para estar más cerca de las grandes salas internacionales-, se trata de una obra de profunda vigencia a pesar de haber sido escrita hace tantos años.

“Estos conflictos han existido desde siempre, y hasta el día de hoy seguimos atravesando temas similares en todo el mundo. No ha cambiado mucho la mente de las personas, y lo vemos todo el tiempo. De hecho, pasamos de atravesar una pandemia a estar como si no hubiera pasado nada. Y eso mismo es lo que vamos a ver en ‘Aida’: que este círculo de paz, después se vuelve guerra, y después se vuelve paz. Es cíclico”, analiza la soprano, quien propone que “seguir indagando en uno como persona para poder encontrar ese estado evolutivo donde ojalá en algún momento se puedan hacer las cosas distintas”.

EL ELENCO Y LAS FUNCIONES

Verdi (1813-1901) tenía casi 60 años cuando compuso “Aida” por encargo del jedive de Egipto. Estrenada en El Cairo en 1871, el libreto en italiano de Antonio Guislanzoni se basa en la versión francesa de Camille du Locle, quien a su vez se inspiró en una historia imaginada por el arqueólogo galo Auguste Mariette. Narra un triángulo amoroso entre Aida, una princesa etíope que ha sido capturada; Radamés, un jefe militar egipcio y Amneris, la hija del faraón, cuya atracción por el guerrero no es correspondida.

“Aida” se estrenará hoy a las 20, y habrá nuevas funciones el viernes 14 de junio, a las 20; los sábados 8 y 15, también a las 20 y los domingos 9 y 16, a las 17, siempre en la sala Ginastera. Las entradas, gratuitas, se pueden reservar de manera online, excepto para la fecha del domingo 16 de julio que tendrá entradas pagas: los fondos recaudados serán destinados a la Cooperadora del Hospital Zonal Especializado Dr. Noel H. Sbarra. Los accesos (desde $2000 hasta $15 mil) ya están disponibles en la web de Livepass.

Con la dirección musical de Carlos Vieu y la dirección de escena de María Concepción Perre y María de la Paz Perre, intervendrán la Orquesta, Ballet y Coro Estables, este último con la preparación de Santiago Cano. El elenco estará constituido por Monserrat Maldonado (7, 9, 14 y 16) y María Belén Rivarola (8 y 15) como Aida, Enrique Folger (7, 9, 14 y 16) y Juan Carlos Vassallo (8 y 15) como Radamés, Guadalupe Barrientos (7, 9, 14 y 16) y Mairin Rodríguez (8 y 15) como Amneris, Fabián Veloz (7, 9, 14 y 16) y Fernando Santiago (8 y 15) como Amonasro, Juan Barrile (7, 9, 14 y 16) y Emiliano Bulacios (8 y 15) como Ramfis, Oreste Chlopecki (7, 9, 14 y 16) y Augusto Nureña (8 y 15) como el Rey, Arnaldo Quiroga (7, 9, 14 y 16) y Maximiliano Agatiello (8 y 15) como un Mensajero y María del Rocío Giordano (7, 9, 14 y 16) y Marisú Pavón (8 y 15) como la Sacerdotisa.

La escenografía es de María José Besozzi, el vestuario de Stella Maris Müller y la iluminación de Gabriel Lorenti. La coreografía de María Marta Colusi, tiene asistencia de Valentín Fernández.