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Espectáculos |EN DIÁLOGO CON EL DIA

“Fui partícipe de la vida de Astor”

Con casi 70 años de trayectoria, el destacado cantante y actor sigue girando agradecido por la convocatoria y los aplausos. El viernes llega a La Plata con “Piazzolla Inmortal”, un relato musical en el que esgrime las razones por las cuales el bandoneonista marplatense “se convierte en el genio musical del Siglo XX”

“Fui partícipe de la vida de Astor”

Raúl Lavié reivindica la obra de Astor Piazzolla en un espectáculo de música, baile, relatos y proyecciones

María Virginia Bruno

María Virginia Bruno
vbruno@eldia.com

15 de Mayo de 2022 | 02:01
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En 2020, el año en que se detuvo el mundo, Raúl Lavié aprovechó para poner en funcionamiento aquellas cosas a las que la rutina pre pandemia no le permitía prestar tanta atención. Con horas muertas de sobra, aparecieron los deseos postergados y además de largas jornadas de pintura y dibujo, las pasiones que se le paran de mano a la música y la actuación, el “Negro” se volcó a escribir. Un poquito de tachado y corrección para sus memorias, que pronto publicará, y otro poquito para “Piazzolla Inmortal”, el espectáculo que escribió y estrenó en 2021, el año en el que se cumplieron 100 del nacimiento del gran Astor, a quien pudo conocer más allá de la música, arriba y abajo de los escenarios, porque dirá más adelante “yo fui partícipe de su vida” y, por eso, quiso reivindicarlo.

A los 84 años, este destacado cantante y actor argentino, dueño de una de las voces más reconocidas del país, se abrazó a un grupo de jóvenes artistas y con ellos viene girando por el país de la mano de una elogiada propuesta con la que el próximo viernes, a las 21, recalará en el Coliseo Podestá. Las entradas están a la venta por Plateanet y en la boletería del teatro. Charlamos con él.

-La última vez que hablamos fue en 2020 cuando te preparabas para hacer tu primer streaming. ¿Cómo viviste el regreso a los escenarios?

-Siempre es especial, sobre todo cuando hay incertidumbre. Entonces, todo eso se te mete dentro, no sabés qué va a pasar, porque es tu trabajo, te sentís un poco perdido. Pero, al final, lo aproveché de otra manera. Recuperé un poco las cosas que no podía hacer, como dibujar, pintar, releer cosas de las memorias que estoy escribiendo, agregar, cambiar o sacar cosas. En fin, estuve bastante ocupado hasta que de alguna manera se fue diluyendo este problema y ya comenzamos a hacer una movida con Flavio Mendoza para que abrieran los teatros, cuando se empezaron a reactivar las cosas. Mientras tanto yo estaba escribiendo “Piazzolla Inmortal” y, cuando se volvió a cortar todo, lo terminé de escribir y ahí es donde comienza la relación con la productora Marita Guercio que se interesó en este proyecto. Ahí, se podría decir, comenzó de nuevo mi relación con la música, en este caso de Astor, y mi trabajo alrededor de mi oficio, porque comencé a tomar otra dimensión, hasta que pudimos estrenar en abril del año pasado.

“La gente que no lo conoció siempre pensó que era un tipo que tenía muy mal genio y, sin embargo, no era así”

 

-Y te está yendo muy bien. Hiciste temporada, estás recorriendo el país y preparás incluso una gira por Chile.

-Sí, el espectáculo tuvo aceptación de inmediato. Lo que pasó fue que con los 100 años de Piazzolla, que se cumplieron el año pasado, se empezaron a hacer conciertos de orquestas sinfónicas, algunos grupos. Pero lo mío es distinto, es un relato: es un espectáculo en el cual comienzo con el nacimiento de Astor y llego al final cuando él fallece. Y mientras tanto muestro distintas etapas musicales, con algunas apariciones del propio Astor en una pantalla que va contando anécdotas e historias sobre conoció a Gardel, por ejemplo. Y yo voy contando algunas cositas también. Hay músicos en vivo, jóvenes, tal cual lo quería él, porque él confiaba mucho en la juventud y decía que su música iba a perdurar precisamente a través de ellos, y no se equivocó. También participa una pareja de baile y la cantante Cecilia Suárez Paz, hija de Fernando, que fue el violinista de Astor hasta el último momento. Es un espectáculo más o menos distinto a todo lo que se ha hecho, para que la familia pueda aprovecharlo y conocer las razones por las cuál Astor Piazzolla se convierte en el genio musical del Siglo XX.

-¿Lo planteaste como un homenaje, una reivindicación o una posibilidad para que otras generaciones lo sigan conociendo?

-Sí, sí, sí. En general, todo eso. Porque yo fui partícipe de su historia. Supe lo que le costó. Él me llamó en el año 65, y a partir de ese momento, nos conocimos y tuvimos una relación. En el 68 me volvió a llamar, para que yo sea protagonista masculino de la operita “María de Buenos Aires”, y en el 69 es cuando explota “Balada para un loco” y ahí comenzamos una relación de nuevo. Me va contando los temas que está escribiendo y va terminando. Y ahí tomé la decisión de seguir por ese camino, de defender esa música, de grabar esas canciones y luchar por la obra que él estaba haciendo.

-Fuiste uno de los primeros intérpretes en grabar la música de Astor.

-Sí. En realidad, Amelita Baltar ya los había grabado pero en masculino fui yo el primero que los hice, sí. Y esa fue la razón por la que después seguimos trabajando. A veces alternando, porque cada uno se enfocaba en sus proyectos, y a veces me llamaba para reemplazar a Amalita, cuando ella estaba enferma. Después vino una gira por Latinoamérica, que llegamos hasta México, y después una gira por Japón, donde grabamos un disco que acá no llegó. Luego, mi relación con él siguió en París, cuando yo estaba haciendo “Tango Argentino”, y dio la casualidad que fuimos vecinos. No sé por qué razón él se tuvo que mudar de dónde vivía y recaló en el mismo edificio en el que yo me estaba alojando. Ahí se hizo más íntima la relación, ya que nos juntábamos cuando él salía a pasear a los perritos, íbamos a tomar café y esas cosas.

-¿Cuál dirías que es el gran legado de Astor Piazzolla?

-La música de Astor es una bisagra, una perspectiva nueva. Se rompió con el pasado de la música de tango que, hasta ese momento, se escuchaba. Había terminado la época de oro del tango, que había explotado en el 40 con la aparición de múltiples orquestas, cantantes y temas importantísimos. Después hubo como un desgaste y empezó a bajar la intensidad en el 50, que es cuando yo empiezo. A comienzos del 60, hubo una nueva generación que rompe con el pasado y, por supuesto, necesitaba otra forma de expresarse y por eso cuando aparecen Los Beatles, Elvis o Paul Anka, entre muchos otros, la gente se adhiere a ese tipo de música, y yo también. Por eso, cuando aparece Astor, yo me aboco a defender su música. Aunque no dejé el tango clásico, porque lo respeto tal cual lo respetó él, porque hay temas que son joyas musicales que no tienen edad, pero lo que me importaba a mí era la nueva generación que también se adapta y gusta de la música de Astor, sobre todo, los jóvenes, que comienzan con un nuevo movimiento musical que era el rock nacional, algo que Astor apoyó y que los jóvenes que lo hacían, Spinetta, Charly y todos los muchachos que empezaban, lo admiraban profundamente. Ahí nace la importancia de Astor como legado musical: fue la nueva música que alentó a jóvenes a meterse en otro tipo de expresión para contar historias relacionadas con Buenos Aires.

-¿Por qué fue tan resistido?

-El seguidor del tango clásico tuvo siempre cierta animosidad por los cambios. En los comienzos del tango, era muy rudimentario, muchos de los que lo hacían no conocían de música y lo hacían porque aprendieron pocas cosas. Y de pronto aparecen los hermanos De Caro, que ponen el papel para leer y hacer música, y ahí también nace la resistencia de los que escuchaban un tango un poco rústico, y se encuentran con un tango un poquito más armado. Siempre se han criticado los cambios que se producían en la música y más cuando llega Piazzolla que le agrega todo su conocimiento musical ya que Astor, su ambición, era hacer música clásica hasta que su maestra Nadia Boulanger le dice que lo veía más como músico de su época y de su aldea: él tenía que pintar su aldea a través de su música para que perdurara más que dedicarse a lo clásico. Y él se dio cuenta que realmente era así y fue ahí donde toma entonces la alternativa de trabajar sobre la música de tango y agregarle los conocimientos musicales que él había adquirido a través de los estudios. Entonces, eso enriquece la música popular, la música de tango, y tal vez sea uno de los motivos por los que la gente no tenía los oídos muy acostumbrados a escuchar ciertas resonancias que hasta entonces no tenía el tango y por eso se pone en contra de su música.

“En París, fuimos vecinos. Nos juntábamos cuando él salía a pasear a los perritos, íbamos a tomar café”

 

-¿Qué te pasó cuando volviste a recorrer la obra de Piazzolla para armar este espectáculo? ¿Cómo fue el proceso? ¿Descubriste cosas nuevas?

-Siempre estoy descubriendo cosas nuevas porque Astor era alguien incesante en su trabajo. No dejaba de trabajar y los propios temas que tenía en algún momento los iba cambiando porque no le gustaba repetirse. Sutilmente, se fueron dando cambios producto de un trabajo a lo largo de los años. Es impresionante la capacidad de trabajo que tenía.

-Vos que lo conociste más íntimamente, ¿cómo era el Astor más allá de la música?

-Generalmente, la gente que no lo conoció siempre pensó que era un tipo que tenía muy mal genio y, sin embargo, no era así. Los otros días encontré unos ensayos grabados, del año 83, y hay que ver cómo él disfrutaba de los ensayos, de tan buen humor con los muchachos que lo acompañaban. Algo que termina con esa cosa de pensar que Astor era un ser agresivo o amargo con respecto a las relaciones humanas. Era un tipo peleador, sí, luchador, y no le gustaba que le faltaran el respeto. Que a alguien no le gustara su música, vaya y pase, pero si había alguien que podía llegar a decir algo que a él lo molestara era capaz, como lo hizo alguna vez, de ir a buscarlo, por ejemplo a un periodista que lo insultó, al lugar donde trabajaba y enfrentarlo y no de buen talante, digamos.

-Pero en general se bancó las críticas.

-Sí, se bancó todo. Yo lo he visto tocar bajo una silbatina estruendosa de diez mil personas, por ejemplo, una vez ahí en La Plata, cuando lo contrataron para un festejo aniversario. Pero él siguió tocando como si estuviera tocando en un teatro, en silencio y con todo el mundo escuchando. No le importó en absoluto, no se enojó. Terminaba de tocar un tema, marcaba a sus músicos el siguiente y seguía tocando hasta cumplir la duración del concierto que habían pautado. Después, me tocaba salir a mí, que conmigo más o menos se calmaban, aunque también me chiflaban porque yo hacía su música.

-Había que tener un temple tremendo para bancarse todo eso.

-Y, bueno, lo tuvieron muchos. Picasso y Dalí fueron revolucionarios en sus épocas y vivieron lo mismo que Astor. Sin embargo, hoy, quién los discute. Por eso mismo yo hice este espectáculo para demostrar las razones por las cuales Piazzolla es considerado un gran músico de fama mundial y las razones que tuvo para seguir adelante a pesar de todas las trabas que tenía por delante y cómo luchó encarnizadamente para que su música fuera reconocida. Y hoy se está dando la reivindicación de la calidad musical que tenían sus temas a través de las interpretaciones de los jóvenes músicos, como en este caso de mi espectáculo, que contagian al público que escucha y que las ovacionan de pie. Esa es la reivindicación, el triunfo que logró. Algo que no pudo ver pero que a nosotros, los que estuvimos a su lado, nos hace muy feliz.

“Hice este espectáculo para demostrar las razones por las que se lo consideró un músico de fama mundial”

 

-Al filo de los 85, y a punto de cumplir siete décadas de trayectoria, ¿qué balance hacés de tu carrera y cómo vivís la posibilidad de seguir estando vigente y convocando al público?

-Siempre tuve fe de que iba a poder seguir adelante. Tengo mi aparato vocal muy bien, mi cabeza bastante liberada, ganas de seguir adelante, proyectando futuro, acercándome a los músicos jóvenes que me transmiten tal vez esa fuerza y esa energía que tienen los que recién empiezan. Ya con 69 años de pisar los escenarios y estar cerca de la música, y con 70 de actuación, siento una cosa muy especial que me recorre el cuerpo. No creo que todos hayan podido vivir esta sensación que yo vivo cada vez que subo a un escenario. Ver cómo me reciben y cómo me despiden después de haberles ofrecido todo lo que yo sé hacer, es inexplicable y maravilloso.

 

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