Llegaron algunas ayudas

El pastor de la Iglesia Evangélica Manantial de Vida, en Berisso, está detenido por excederse en sus salvatajes. El hombre, según la denuncia, les quitaba el diablo del cuerpo a las más presentables a través de “sesiones de liberación del espíritu sexual”. En el cuartito del fondo apelaba a una mecánica muy toqueteadora para aliviar de espíritus carnales a las afligidas de Berisso. El diablo tiene buen gusto, decía, y aprovechaba los bajoneos de las mejores concurrentes para enseñarles que esa maldad que las tenía a mal traer merodeaba por la entrepierna. A partir de allí, trabajaba directamente sobre la zona maligna. “Algunos padres estaban al tanto de la situación, convencidos de que lo que el pastor hacía con sus hijas las ayudaba”, dijeron fuentes judiciales. En el templo de la calle 149 el hombre tenía un horario exclusivo para las mujeres: sanaba de 19,30 a 24. Cuando el templo se llamaba a sosiego, a la noche, en la piecita de las curaciones, con la Biblia cerca y los pantalones flojos, no había espíritu sexual que se le resistiera.

Otro ayudante peligroso resultó el empleado bancario que se mensajeaba con la cliente Karen Spalletti para ofrecerle salvadora refinanciación en otros mostradores. Algunos bancarios descarriados proponen entraderas caritativas para que las señoritas deficitarias y bien repartidas mejoren su saldo. Aquí no jugaba el espíritu maligno sino las exigencias bancarias, que meten más miedo que el pastor. Karen lo denunció, el empleado fue separado y la justicia intervino. Todo comenzó en octubre de 2018, cuando ella se presentó en la casa matriz del Bapro con el objetivo de refinanciar la deuda de unos 50 mil pesos. Un empleado le prometió refinanciación. Pero a partir de allí Karen empezó a recibir mensajes con propuestas extrabancarias. Y fue notando que las demandas del bancario se incrementaban a la par de la deuda. Ahora decidirá la justicia quién paga y quién cobra

Algunos bancarios descarriados proponen entraderas salvadoras

También hubo docentes que, deseosas de ayudar a sus alumnos, se pasaron de rosca con su vocación. La justicia de Santa fe quiere saber cómo llegó al teléfono de un alumno de 14 años, del Colegio Inmaculada de esa ciudad, el video que muestra a una docente de 34 años, desnuda, sobre una cama y masturbándose. Ella jura que no lo envió, que alguien lo obtuvo y lo subió. Y que ahora es chantajeada por sus educandos. En la misma provincia otra docente, que acosó a su alumno mediante mensajes de WhatsApp, será investigada por la Unidad de Delitos Sexuales de la Fiscalía de Rosario. Furiosa, la madre del alumno se presentó en la escuela Nº 63 Almirante Brown para pedir explicaciones. La primera actitud de la maestra fue negar todo. Sin embargo, las fotos suyas en el teléfono del chico la incriminaron. El presunto acoso salió a la luz cuando la madre del chico de 13 años, descubrió las conversaciones que éste mantenía con su docente de música, de 28. “Quiero besarte todo”, llegó a escribir la profesora. Notificado de estos sucesos, el ministerio de Educación de Santa Fe decidió apartar a las docentes del aula hasta que todo se aclare. Sin duda eran profes que buscaban a su manera remodelar a los adolescentes santafesinos con material de última generación. Y pensar que en el Nacional nos conformábamos cuando la profe de inglés se cruzaba de piernas.

El Gobierno bendijo góndolas y tarifas por temor a ser crucificado en octubre

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Pero lo máximo sucedió en la ciudad italiana de Prato: una profesora de 35 años, casada y con un hijo de 7, tuvo un hijo con su alumno particular de 14, tras una relación que duró dos años. Un reciente examen de ADN confirmó la paternidad del adolescente. La profe había sido contratada por el padre del alumno para que lo ayudara con el inglés. El pibe no faltaba nunca. Y el dueño de casa también se había encariñado con ese chico puntual y aplicado que se repasaba a su señora.

Para nos ser menos, el Gobierno dio a conocer también esta semana su plan de ayuda. Aprovechó el envión de Semana Santa y bendijo góndolas y tarifas por temor a ser crucificado en octubre. Fue un toque esperanzador. Porque las cosas de Pascua costaron un huevo.