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Información General |IMPRESIONES: Entre el humor y la reflexión

Cuadernos, bolsos y botones

Por ALEJANDRO CASTAÑEDA

5 de Agosto de 2018 | 03:28
Edición impresa

Mail: afcastab@gmail.com

Las novedades resonantes nunca se agotan. El país presenta cada semana un nuevo capítulo desolador. Ni los mejores guionistas de suspenso podrían imaginar las tramas secretas de un poder al que le sobran bolsones de pobreza y bolsos culposos. Los registros, en palabras e imágenes, de ese remisero puntual que llegaba Olivos con dólares sin cepo, tienen los trazos de un extravagante policial con final abierto. Parece una exagerada secuencia de Netflix. ¿Será todo tan así? Aunque hay apellidos proféticos: las entregas de Baratta pueden salir cara.

La estrella de la semana fueron unos sencillos cuadernos Gloria. Ni los hacker ni la tecnología ni los detectives ni el espionaje más sofisticado llegaron hasta donde llegó este chofer. Son esos ocho cuadernos los que pusieron en escena una supuesta red de corrupción K que parece increíble y cuantiosa. De la misma marca que los que usaba Kirchner. Sorprende la minuciosidad de los registros del remisero: horarios, nombres, direcciones y montos. Sorprende menos que en el medio esté De Vido, hombre de confianza de los Kirchner que manejó una caja incalculable y que distribuía dividendos a puro bolso en conventos, despachos, cuevas y residencias. Las anotaciones de Centeno, llenas de citas y millones, encuadernan una sinuosa moraleja patagónica: El que a Gloria mata a Gloria muere.

Su manía anotadora también es reivindicatoria. Ante el imparable atropello tecnológico de estos días que va dejando sin trabajo a carteros y grafólogos, hay que rescatar los rastros indelebles que deja la escritura a pulso al cotejarse con los impersonales mensajes de la web. El manuscrito transmite una verdad que ninguna mensajería mecánica iguala. El relato del chofer de Baratta parece irrefutable. Y su revelación es un homenaje a los cuadernos y a la caligrafía, tan olvidados hoy, cuando nadie escribe y todos teclean. Frente a una época que ningunea al papel y que privilegia sólo la pantalla, estos Gloria que acusan y este remisero que quema, revalidan el valor insuperable de la escritura a mano. No se necesitaron operaciones fantasiosas ni espías infalibles ni cajas de seguridad inviolables. Sólo bastaron las confidencias de un conductor detallista. Y después, la infidencia de una ex súper despechada que –como muchas otras- , cuando su pareja decide transferir amor y ahorros a otras cuentas, usa los secretos para desahogarse, recaudar y vengarse.

Coherencia de género en Cañuelas: al falso médico gay lo delató una torta

Centeno usaba los mismos cuadernos que Kirchner: El que a Gloria mata a Gloria muere

El remisero escribiente volvió a ser durante estos años el alumno aplicado de la primaria. Llevaba tareas a casa y, antes de la cena, recordaba y escribía. El escándalo que ha desatado hoy recorre todos los géneros: thriller, mafia, melodrama, farsa. El argumento es apasionante: en medio de la guerra entre Uber y taxistas, un remisero y su Corolla fueron portadores de una deriva millonaria que recogía donaciones y las llevaba a domicilio, como un rey mago con muchos juguetes y pocos zapatitos. Pero esto recién empieza. Queda por delante abundante trabajo para investigadores, políticos y abogados. Ya hay dos arrepentidos que se preparan para recordar. Y muchos más que se preparan para olvidar. Lo que está a la vista es un temblor que anuncia un terremoto. Veremos qué pasa. Pero más de uno ya no sueña con “coronados de gloria vivamos”; ahora tiene pesadillas con el “juremos con Gloria morir”

MAS TRUCHADAS.- Ni la aparición estelar de este remisero encuadernado logró sacar de escena otra trágica truchada de estos días. Lo del Hospital de Cañuelas quedó eclipsado cuando unos cuadernos verdaderos reemplazaron el escándalo de las falsas recetas. El fatal episodio puso en el aire una red peligrosa de curadores desmatriculados que cobraban más que los especialistas. Hay que cuidarse. La realidad de hoy invita a desconfiar de todo. Los enfermos ahora sospechan hasta del termómetro. Antes de entregar el bono y empezar a toser, habrá que pedir la fotocopia del diploma. Colegios profesionales y establecimientos sanitarios deberán salir a buscar estos ocupas de guardias y camillas.

Al final, las revelaciones de Cañuelas fueron un ejemplo de coherencia de género: al falso médico gay lo delató una torta.

 

(*) Periodista y crítico de cine

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