Juan Manuel Barbatto y Rafael Villegas, desde la Asociación de Sordomudos de La Plata. “ Se habla mucho de inclusión pero la accesibilidad sigue siendo cero para las personas sordas en la mayoría de los ámbitos. Es difícil hablar de inclusión cuando hasta para hacer cualquier trámite muchas veces necesitamos ir acompañados por un intérprete para que nos atiendan. El sistema de salud, las líneas de emergencia y los servicios públicos siguen sin estar preparados para dar respuesta a las personas sordas en nuestro país”
Diez años después de que Argentina ratificara la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, muchos de los sueños que aquella decisión despertó en el sector siguen sin llegar a cumplirse. Principios básicos establecidos en ese tratado y que hoy tienen rango constitucional no pasan de ser en la mayoría de los casos una mera enunciación. Así lo sostienen distintas organizaciones civiles que se reunieron el viernes en La Plata para sensibilizar a la comunidad sobre las grandes barreras para la inclusión que siguen teniendo las personas con discapacidad.
“La realidad es que en estos diez años muy pocas cosas han cambiado en la práctica para adecuarse a los derechos que establece la Convención”, resaltan desde algunas de las organizaciones que participaron en el Pasaje Dardo Rocha del encuentro “Sos vos, Soy Yo, con el mismo derecho a ser diferentes” de Fundación Medihome. Y es que pese a tener hoy el derecho, muchas personas con discapacidades siguen sin poder acceder a un vida similar a la de todos los demás.
Aunque reconocen que en estos diez años han habido algunos avances, no termina de instrumentarse un sistema de educación inclusivo que les permita a los chicos con discapacidad asistir a las mismas escuelas que el resto de los chicos de su barrio, las ciudades continúan poniéndoles grandes obstáculos para desplazarse, la Justicia sigue sin reconocerles a muchos de ellos el derecho a tomar sus propias decisiones y el Estado no les brinda el debido apoyo para que puedan llevar una vida independiente de su entorno familiar.
Pese a todo, ninguna de las organizaciones que asistieron a la convocatoria deja de reconocer el enorme efecto que tuvo en otros plano la firma de la Convención. El ambiente entre las personas con discapacidades cambió por completo en estos años: “se vive un clima de mucha menos opresión”, aseguran. Desde el momento que se sienten respaldados por derechos de gran peso, muchos manifiestan expectativas de vida que antes no tenían y, sobre todo, una mayor determinación de salir a reclamar.
UNA ALTA TASA DE DESEMPLEO
“Me pasa todo el tiempo: cuando alguien se acerca a ayudarme a cruzar la calle y le cuento que estoy yendo a mi trabajo se sorprende como si no lo pudiera creer. El común de la gente todavía sigue pensando que los ciegos o las personas con alguna discapacidad no podemos tener un empleo como cualquiera”, cuenta Joana Sarmiento, la responsable del área de Comunicación Institucional de CILSA La Plata al hablar de uno de los principales obstáculos que encuentran las personas con discapacidad para una mayor inclusión.
Pese a que la Convención reconoce el derecho de las personas con discapacidad a trabajar en el empleo que elijan y prohíbe la discriminación laboral por motivos de discapacidad, a la gran mayoría de ellas les toma años conseguir un empleo acorde a su nivel de preparación. “Si ya de por sí hoy es difícil para cualquiera, para las personas con discapacidad lo es mucho más porque persisten un montón de mitos y prejuicios en torno a lo que podemos o no podemos hacer”, explica Joana.
Mientras que en el sector privado, pocos empleadores contratan a personas con discapacidades, la ley que establece para ellas un cupo laboral en el Estado -una garantía mínima dispuesta para evitar situaciones de discriminación- no se termina de cumplir. Si ya de por sí son contados los organismos públicos que respetan ese cupo, la emergencia administrativa decretada hace dos años por el gobierno bonaerense terminó por cerrar las puertas del mundo del trabajo a quienes sufren alguna discapacidad. Es así que hoy el número de personas con discapacidad empleadas por la administración (que por Ley debería ser al menos un 4%) hoy no llega al 1%, y la tasa de desempleo entre las personas con discapacidad casi triplica al del resto de la población.
BARRERAS FISICAS Y CULTURALES
“Moverse por La Plata con la silla puede ser a veces muy complicado. Además de que la mayoría de las veredas están rotas, fuera de la zona céntrica y las avenidas casi no hay rampas de acceso en las esquinas y muchas veces están tapadas por autos. El problema no pasa solo por falta de políticas del Estado sino por la falta de educación. Mucha gente no es consciente de la dificultad que le genera a las personas con movilidad reducida el hecho bloquear una rampa con el auto”, explica Alfonso Woolley, quien desde hace dos años se maneja de una silla de ruedas.
El desempleo entre las personas con discapacidad casi triplica al del resto de la población
Por barreras físicas, unas 75 mil personas ven limitado a diario su desplazamiento por la Ciudad
Pese a que desde hace ya diez años el derecho de las personas con discapacidad a vivir en un entorno físicamente accesible tiene rango constitucional en nuestro país, éste sigue siendo en muchos casos una utopía. Las organizaciones civiles vinculadas a la temática calculan por culpa de una arquitectura que no tiene en cuenta las excepciones, cerca de 75 mil personas con impedimentos físicos permanentes o temporarios (entre el 12 y 20 por ciento de la población), ve recortada diariamente su libertad de desplazarse en nuestra ciudad.
El problema no se limita sin embargo a los espacios públicos. Un relevamiento realizado por la ONG Iniciativa Ciudadana en bares y restaurantes del centro de La Plata puso en evidencia que solo el 12% de los locales contaba con rampas móviles de acceso y que el 84% de ellos carecía de baños adaptados. El estudio, presentado hace dos años ante el Concejo Deliberante, demostró no sólo la absoluta falta de consideración del sector gastronómico y de esparcimiento por los clientes con discapacidades sino el gran vació legal que persiste en torno a esta forma de discriminación.
“INCLUSION CERO”
“Se habla mucho de inclusión pero la accesibilidad sigue siendo cero para las personas sordas en la mayoría de los ámbitos. Es difícil hablar de inclusión cuando hasta para hacer cualquier trámite muchas veces necesitamos ir acompañados por un intérprete para que nos atiendan. El sistema de salud, las líneas de emergencia y los servicios públicos siguen sin estar preparados para dar respuesta a las personas sordas en nuestro país”, explica Juan Manuel Barbatto, quien vive con esta forma de discapacidad.
“Si una persona sorda llega sola una guardia hospitalaria por una urgencia, lo más probable es que le den una pastilla para que se quede tranquila hasta que encuentran un intérprete en lengua de señas o llega un familiar; si te quedás en la autopista con el auto y necesitás una grúa podés pasarte toda la noche ahí porque no hay ningún sistema para que una persona sorda pueda avisar. Ni siquiera la línea 911 está preparada para recibir denuncias de personas sordas”, dice Rafael Villegas, integrante de la Comisión Directiva de la Asociación de Sordomudos de La Plata al detallar hasta qué punto se sienten excluidos por la falta de cumplimiento de derechos básicos que hoy tienen rango constitucional en nuestro país.
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