Estudiantes sacó un triunfo de la galera para festejar a lo grande

Por MARTÍN CABRERA
mcabrera@eldia.com

Estudiantes empezó el año de la mejor manera. Pocas cosas pueden resultar tan gratificantes y necesarias como ganar un partido como el de anoche, que le puso fin a una pretemporada agitada y le dio tremendo aire a un técnico cuestionado por las decisiones de público conocimiento. Derrotó 2-1 a Independiente, en Avellaneda, con goles de Iván Gómez y Juan Otero, luego de estar en desventaja por el tanto de Emanuel Gigliotti.

Además de demostrar niveles individuales recuperados -respecto al año pasado- le quitó un largo invicto a su rival, que no perdía como local desdela fecha 3 y llegaba al partido de ayer con la ilusión de ganar para acercarse al puntero Boca. Fue una noche redonda, como la luna de Avellaneda que anoche lució más grande que nunca.

El equipo de Lucas Bernardi no la pasó bien en los primeros minutos. Por la derecha, Leandro Fernández y Lucas Albertengo lastimaron a Sebastián Dubarbier y Gastón Campi, que se tuvieron que abrir demasiado dejando en evidencia algunos desacoples. Le costó al Pincha en esos primeros minutos encontrar la pelota, que viajó de punta a punta y a los 9 minutos casi se le escurre a Mariano Andújar en lo que hubiese sido un blooper demasiado costoso.

Independiente hizo gala de su dinámica y buen manejo de pelota. Tocó y jugó, se acercó hasta el arco rival pero no tuvo a nadie que pudiese terminar con éxito cada jugada.

Después de soportar el vendaval Rojo Estudiantes hizo pie en el campo. Se acomodó mejor Rodrigo Braña en el medio y empezaron a ajustar marca los tres centrales, con el Chavo Desábato como una especie de líbero detrás de Schunke y Campi. Con una postura claramente para jugar de contra, de a poco el Pincha se fue soltando, con un par de subidas de Dubarbier y con el buen manejo de Gastón Giménez, a quien indudablemente le faltó un compañero más comprometido.

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A los 16 minutos tuvo una muy clara Juan Otero. Desborde por izquierda de Dubarbier, centro al medio como indica el manual pero al colombiano le quedó incómodo el balón, tardó en girar y remató afuera.

Muy clara fue la jugada que 10 minutos tuvo como protagonista a Giménez. El ex Godoy Cruz encabezó una presión sobre la defensa rival, que tuvo enormes dudas toda la noche. Robó la pelota y probó desde afuera. La pelota pegó en el travesaño y se fue del campo, cuando parecía que el gol estaba al caer.

A pesar de que Independiente volvió a atacar por las bandas y cruzó dos o tres veces la pelota por el área albirroja, Estudiantes se mostró firme en el tramo final del primer tiempo. Empezó a brindar soluciones Mariano Andújat y tuvo en Otero un luchador incansable, con poca claridad, que se las ingenió solo para mostrar que el flamante campeón de la Sudamericana es un equipo muy diferente cuando se lo ataca. En el último minuto enmudeció el estadio con un remate desviado. Antes, Facundo Sánchez le había cruzado la pelota a Dubarbier, que a espaldas de Fabricio Bustos llegó al fondo, tiró el centro para que Tití Rodríguez casi convirtiera el gol.

Lo tuvo Estudiantes en esos primeros 45 minutos, pero su mala puntería y la falta de un delantero de jerarquía lo dejó con las manos vacías, con mejor imagen de la imaginada en la previa, pero sin el gol que tanto necesitaba.

DE MENOR A MAYOR

En el segundo tiempo las cosas no comenzaron de la mejor manera, ya que un centro de Fabricio Bustos desde la derecha encontró a Emanuel Gigliotti en el punto del penal. El delantero ganó de cabeza y derrotó a Mariano Andújar. Gol para hacer estallar a un público muy nervioso por la falta de puntería de sus jugadores y para empezar a inclinar las acciones del partido.

Pero nada más errado que la realidad. Tras el gol, el Rojo desapareció del campo y nunca más se acercó hasta el arco albirrojo. Todo lo contrario, desapareció y le cedió el terreno y la iniciativa a un Estudiantes que, con sus armas, se las ingenió para buscar el empate, que llegó 10 minutos después tras una correcta proyección de Sebastián Dubarbier por la izquierda, centro al medio, todas las dudas de los centrales del Rojo y la cabeza de Iván Gómez, quien con sorprendente clase definió al otro palo de Martín Campaña. Gol y justicia.

El gol enmudeció todavía más al Libertadores de América. Los hinchas se derrumbaron anímicamente y notaron que su equipo no estaba preciso, que había dejado pasar su momento y que otro empate indudablemente lo alejaba más de Boca, a esta altura el virtual campeón de la Superliga Argentina.

Lo que nadie imaginaba era la forma en la cual llegó el segundo gol de Estudiantes. Un pelotazo frontal, la presión de Lucas Melano a Martín Campaña y el mal despeje del arquero, que le regaló la pelota a Juan Otero. El colombiano corrió unos metros y le picó el balón ante la desesperada salida del arquero, que arrancó el partido como ídolo y lo cerró como un villano de los hinchas. Golazo.

Aguantó el Pincha en el final. Con corazón, orden y hasta sobreponiéndose a la desventaja numérica tras la expulsión dfe Gastón Campi, le cerró todos los caminos a un rival ya deseperado. Estudiantes, con efectividad, orden y un libreto bien claro, ganó el partido con justicia y sellevó para La Plata tres puntos de oro. Lucas Bernardi, por su parte, tomó una bocana de oxígeno necesaria para seguir adelante. Pudo haber comenzado anoche, en Avellaneda, un camino asfaltado para un plantel que cerró 2017 de una manera poco feliz.