El cierre del BCP usado para atacar a Bergoglio

Las discrepancias en el seno de la Iglesia y las críticas de los sectores conservadores a Bergoglio continuaron aún después de que estuviera instalado en el Vaticano. En ese sentido, cabe mencionar un extenso artículo en el que se afirmaba reproduciendo parte de un libro titulado “El Papa dictador”, allí se decía: “…en 1997, Jorge Bergoglio llevaba cinco años como obispo auxiliar de Buenos Aires y se le había concedido el derecho de sucesión del cardenal Quarracino, quien se encontraba enfermo y falleció al año siguiente. Quarracino tenía vínculos con un banco, el Banco de Crédito Provincial, propiedad de la familia Trusso, considerados pilares de la Iglesia y amigos cercanos del cardenal. Quarracino había sido fundamental para conseguir para el BCP la cuantiosa cuenta del fondo de pensiones militares, la Sociedad Militar Seguro de Vida, y en 1997, se le solicitó a esta última un préstamo a la arquidiócesis de Buenos Aires por diez millones de dólares, suscrito por el BCP…”.

La documentación de ese préstamo y de todo los concerniente al movimiento entre el Banco Crédito Provincial determinó un proceso en la justicia penal; Monseñor Quarracino denunció la falsificación de su firma y en el juzgado donde se sustanció la causa, cuando era vicario de Avellaneda, Monseñor Toledo que había sido su secretario privado, negó haber cometido ese delito y justificó desprolijidades en la cuenta personal del cardenal de la que estaba a cargo Toledo, diciendo que justamente era personal y no de la Iglesia. Además, sostuvo, “le pidió al cardenal que hable con Menem para que le den 300 millones de pesos y poder salvar al banco” y dijo que “si le habían dado migajas por qué no a él”. Ningún documento evidenció la existencia de esa gestión.

LOS TRUSSO Y EL BCP

En 1987 la familia Trusso compró el Banco Crédito Provincial, el que se expandió rápidamente adquiriendo otros dos bancos; llegó a tener 71 sucursales en toda la Provincia. Los Trusso hacían gala de sus vinculaciones con el Vaticano, donde el padre de los que fueron directivos del Banco Crédito Provincial, como se dijo, ocupó importantes roles en la estructura de la Iglesia y luego fue embajador argentino.

Con ese sector tradicionalista, el Arzobispo, que era sindicado como progresista en lo social, tenía profundas discrepancias y en ese aspecto seguía con respeto y admiración en desempeño del Papa polaco que finalmente lo hizo cardenal. Pero seguramente Quarracino recibía presiones del “Papa en las sombras”, como se llamaba al secretario de Estado del Vaticano en favor de los Trusso. Por supuesto que todo eso se desarrolló en silencio. Si bien el Arzobispo trataba de mantener cierta distancia, debió realizar gestiones en favor del Banco Crédito Provincial, pero en 1991 fue Quarracino nombrado cardenal por Juan Pablo II, a quien lo unían tantas coincidencias como el enfrentamiento con el sector conservador de la Iglesia o los sacerdotes que hacían propia la “teología de la liberación”.

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ACUSACIONES INEXPLICABLES

Teniendo en cuenta esas circunstancias, pueden parecer inexplicables las acusaciones que se vertieron después sobre Quarracino y Bergoglio, vinculándolos con los Trusso luego que estos quebraran el banco.

Los ataques al papa Francisco prosiguieron mientras el mismo trataba de erradicar la corrupción de algunos dignatarios de la Iglesia, especialmente en Europa. Uno de los casos que alcanzó mayor resonancia fue la estafa que sufrió el Vaticano en la compra de un inmueble en Londres que le ocasionó a la Iglesia una pérdida de 186 millones de libras esterlinas en una inversión de 300 millones, que afectó las reservas de la Secretaría de Estado, pero según afirmó la Santa Sede, no afectó al Óbolo de San Pedro. El Papa había apuntado a la trasparencia de las finanzas vaticanas y procedió a denunciar en este caso al cardenal Ángel Becciu.

Lo cierto es que en esos turbios negocios también estaban enredados laicos y católicos italianos, que intentaron desarrollar campañas contra Francisco.

GARANTÍAS

Mientras Francisco Trusso, que había sido vicepresidente del BCP, estaba preso durante el proceso judicial, versiones surgidas de la justicia local y conocedores de los movimientos que se llevan a cabo alrededor de los jueces, afirmaban que dos obispos de los llamados progresistas habían dado fe de que si Trusso gozara de libertad condicional, jamás se escaparía. Finalmente, fue Monseñor Héctor Aguer quien dio garantías como fiador personal de Trusso. El arzobispado en una comunicación oficial afirmó que ese aval le fue solicitado para que pudiera cumplirse la decisión de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que ordenó la excarcelación de Trusso. No hace falta decir que el arzobispo que provenía de las corrientes mas tradicionalistas de la iglesia tenía ciertos prejuicios sobre los banqueros en general, pero debió convertirse en garante de que Trusso estaría siempre a disposición de la Justicia.

La familia se consideraba como pilar de la Iglesia por la mencionada publicación católica tradicionalista que criticaba a Francisco. Sin embargo, gozaron de la mayor consideración por dignatarios de la Iglesia de concepciones diferentes en cuanto a lo dogmático y lo social.

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