Las cafeterías desafían al paladar y van a la caza de nuevas generaciones

“¿Nos vemos en un café?”. La invitación clásica de la cultura argentina que significaba un encuentro ligero para hacer tiempo o intercambiar alguna información breve se ha transformado en una experiencia de disfrute donde pocos piden un cortado y nada más. Y es por eso que los platenses son testigos de cómo en cada barrio nace una cafetería de especialidad que no sólo tiene las medidas típicas de esta bebida milenaria, sino que invitan al cliente a vivir una experiencia diferente: disfrutar de la taza con los cinco sentidos, con hincapié en cautivar el paladar.

Según referentes gastronómicos de ese renglón en la Ciudad, en lo que va del año ya abrieron 9 locales de este “nuevo” estilo. Tienen como marca el diseño de espacios bien ambientados y cómodos donde el arte muchas veces es protagonistas, y por sobre todas las cosas, buena calidad de café, con cartas innovadoras y pastelería que debe destacarse.

“Hay otro público que busca la calidad del café, entiende un poco más del producto y ya no viene por una parada técnica, sino para disfrutar de la bebida”, dice Soledad Hernández, quien tiene desde hace 8 meses una cafetería en la zona de 4 y 54.

Según la comerciante, “se trata de nuevas generaciones y las de siempre que se aggiornaron y están en búsqueda de la calidad del café. Los clientes preguntan de dónde es el grano, quien lo tuesta. Este fenómeno es a nivel mundial. En Europa ya está re afianzado como estilo de vida. Lo que sí notamos es que acá cada vez tenemos público más joven que toma café. Vienen chicos de 16 años. Es un gran cambio generacional, como un fenómeno sociocultural”, destaca Hernández.

“La propuesta está acompañada por una pastelería, y eso sale a la par ya. Ahora con el frío empieza la temporada alta. Cada semana aumenta el consumo de café”, dice la cocinera y apunta el éxito a la importancia que se le da al producto: “Estamos acompañados por un barista especializado que controla las máquinas y asesora a nuestros baristas del local. Apostamos más a la calidad porque sabemos que la gente busca eso. La Plata está teniendo su propios tostadores de café, cuando antes lo iban a buscar tostado a Buenos Aires o a otros proveedores”.

Desde otro comercio del rubro, también del Centro, observan que con el café en Argentina está sucediendo lo mismo que pasó hace unos años con el vino. “El café de especialidad se va perfeccionando, se llama la tercera oleada del café, que ahora tiene trazabilidad: está mejor seleccionado y es de tipos de plantas más delicadas que crecen en otras condiciones, no robustas, sino que son arábicas”, se explica.

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“Por lo general el café comercial se tuesta demasiado para disimular las imperfecciones que tiene su recolección y extracción del grano. Y el café de especialidad tiene más control de recolección y cómo son los tuestes, a través de un software, que varían según su variedad”, agregó un referente de la actividad en la Ciudad, que ya cuenta con cuatro locales.

La experiencia va desde la calidad a la información sobre el producto que se consume

“Son costumbres que se van modificando. Se generó una comunidad y pasó a ser un concepto. Esto es algo que vino para quedarse. Sobre todo en la gente joven, que prefieren alimentarse de una mejor manera y con productos de calidad. Acá, las cartas están pensadas en que el café que es el producto principal y fundamental y el resto de las propuestas, lo acompañan”, destaca el comerciante. Y como ejemplo del boom del café, en muchas de estas cafeterías brindan cursos y talleres donde se enseña sobre los orígenes del producto y cómo disfrutarlo mejor.

Nacido casi en pandemia por la pasión de un par de profesores de educación física que no podían abrir sus gimnasios, uno de los primeros cafés de la especialidad de La Plata ya va por un segundo local. “Empezamos como aficionados porque tomábamos mucho café. Yo venía de hacía mucho tiempo con ganas de hacer algo respecto y la pandemia nos hizo invertir en otra cosa por necesidad”, cuenta Nicolás, uno de los dueños.

En algunos locales dan cursos donde se enseña, por ejemplo, sobre los orígenes de la bebida

“Pusimos la cafetería al lado del gimnasio pensando que los clientes iban a salir de las clases y pasarían por el café, pero fue distinto. Primero vinieron personas que se ve que tenían la necesidad de consumir un café distinto. La gente lo empezó a tomar como lugar de referencia para disfrutar y comenzó a interesarse por lo que le estabas sirviendo. Ya no era sólo ponerle azúcar para tapar el sabor a quemado”, dice el comerciante.

“Este boom se da porque empieza a ser una experiencia tomar café: desde lo estético de las cafeterías hasta la información sobre el producto. Tenemos murales donde la gente se saca fotos y sonríe ante el arte late (dibujos con la espuma del café), la gente vive una linda experiencia”. En ese sentido, Nicolás subraya que las cafeterías de especialidad tienen la ventaja de no tener que realizar una inversión demasiado grande ya que pueden armarse en espacios pequeños y el producto es noble, garantizando un buen público. “Nuestra finalidad es que la gente aprenda a tomar un buen café y de calidad. Porque además la diferencia de precio entre el café comercial y el de especialidad es muy poca”.