¿Podrán los refuerzos darle mayor ambición al juego de ataque que propone Zielinski?

Cuando Estudiantes se contactó con Ricardo Zielinski sabía perfectamente las características de este respetado entrenador de la “vieja guardia”, con ideas claras, fuerte personalidad y alejado de algunos discursos modernos repletos de términos vanguardistas.

El “Ruso”, que en sus inicios trabajó como responsable de una de las escuelas de fútbol de Carlos Bilardo, encajaba justo, como un traje hecho a medida, en lo que necesitaba el Pincha después de los magros resultados obtenidos durante el ciclo de Leandro Desábato como DT. Los hinchas estaban tan alterados como preocupados. Y la dirigencia, percibiendo que el termómetro de la queja había trepado hasta alturas peligrosas, tomó la correcta decisión de ir a buscarlo.

“¡Al fin escucharon a la gente!”, repetían los más entusiasmados con su llegada. Era el hombre indicado para reinstalar la calma.

El romance brotó desde el primer partido (recuerden que debutó ganándole a River con un hombre menos). Enseguida, acomodó el fondo, especialmente el eje central, consolidando a una dupla de zagueros altos, con buen juego aéreo, fuertes y con oficio. Eso a los hinchas les encantó. Sacó muy buenos resultados (circunstancia clave) y después, alternó buenos, regulares y hasta algunos rendimientos bastante opacos. Pero en la tabla estaba arriba y eso siempre ayuda en la atmósfera cotidiana.

ELIMINACIÓN Y POBREZA OFENSIVA INICIARON EL DEBATE

Que Independiente lo haya sacado de la competencia con un hombre menos, sin sufrir en defensa y siendo mejor, tanto para ejecutar como para atajar, en los tiros desde el punto del penal, abrió una grieta en la opinión de los hinchas.

Lo que hizo (haber sumado tantos puntos y haberle devuelto la fisonomía de un equipo duro para cualquier rival) está fuera de discusión. Pensando en lo que viene, el tema es si con Zielinski podrá verse o no un Estudiantes más ambicioso en ataque, con mayor y mejor elaboración de juego asociado de mitad de cancha hacia adelante y no tan abonado a lo que pueda lograr mediante la presión alta, el desequilibrio por las bandas y la llamada “segunda pelota”, provocando el error de su oponente.

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¿Si le trajeran los refuerzos apropiados, apostaría el Ruso por ensayar una versión superadora en la búsqueda del gol? Las sensaciones están repartidas. Algunos creen que con jugadores de mayor calidad, naturalmente se vería a un Estudiantes más lúcido en el trato de la pelota. Y otros, en cambio, aseveran que nada lo correría del libreto que adoptó hace mucho y que tantas satisfacciones le ha dado.

La verdad es que al entrenador albirrojo se lo conoce sólo por la identidad de sus equipos, por las resoluciones que toma durante los partidos y, en menor medida, por las respuestas, a veces esquivas, que suelta en las conferencias de prensa.

En cambio, los dirigentes hablan con él en la intimidad del Country y saben con precisión de qué manera saldrá a buscar el éxito cuando se inicie el segundo semestre.

El día de la eliminación ante el “Rojo” resultaron evidentes las groseras dificultades que tuvo para construir jugadas de ataque que entusiasmaran a los hinchas. Ese día quedó la sensación de que aun jugando una hora más, Estudiantes tampoco iba a poder llegar al gol.

¿LE PEDIRÁN QUE RETOQUE SU IDEA O NO HAY MARGEN PARA ESO?

Sebastián Verón, hoy vicepresidente primero, sigue siendo la máxima autoridad del fútbol y tiene una visión bien definida sobre el perfil que más le gusta de un técnico. ¿Hay margen para pedirle al Ruso que, sin perder su esencia, retoque el libreto ofensivo en busca de alcanzar objetivos más ambiciosos?

Debiera haberlo. Estudiantes, que en los últimos meses ha mejorado notoriamente su ubicación en la tabla de los promedios, necesita volver a estar presente en los torneos continentales, y para ello tendrá que seguir creciendo.

Zielinski tuvo un tramo inicial de gestión digno de aplausos. Pero ahora, conociendo el paño, le van a pedir más. Muchos quieren ver jugar mejor a Estudiantes.

“Apagado ya el foco de incendio” que tanto inquietó, es lógico que la vara de la exigencia esté un poco más elevada.