El internismo domina la escena política

La toma de una estancia con participación de funcionarios nacionales y la lenta, y a veces nula, acción del Gobierno enerva no solamente a los dirigentes de las organizaciones de los productores agropecuarios sino que también causa inquietud en los empresarios y sectores de la clase media, que Alberto Fernández acercó y que fueron el agregado necesario el año pasado para ganar las elecciones. Las usurpaciones de fracciones urbanas exasperan a ese estamento social y varias encuestas así lo reflejan.

Por esas razones se prefirió soltar la mano de Juan Grabois que cuenta con la simpatía del kirchnerismo ortodoxo aunque de una forma indirecta pero clara fue también objetada por la Iglesia. Sin embargo, el Presidente deslizó un elogio al plan de distribución de tierras fiscales impuesto por Grabois para evitar que el dirigente fuera tentado para acentuar sus advertencias casi críticas al oficialismo. Se trata de contenerlo para evitar que adopte las actitudes de las llamadas organizaciones sociales. Mantener la unidad del Frente de Todos requiere esfuerzos.

Alberto Fernández sufre por Cristina Kirchner y Mauricio Macri, porque varios dirigentes del PRO se alejan de algunas de sus posturas. El Presidente fue sacudido por la carta de la Vice, que no le apuntó directamente a su gestión pero cuestionó a los “funcionarios que no funcionan”. Y el expresidente vio por las redes sociales una reunión entre “Lilita”, Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal, a la que no fue invitado. El desacuerdo interno con la conducción de ambas coaliciones parece ser el signo común de la hora política.

Tras la carta de Cristina, Fernández inició un operativo de contención para que distintos actores políticos del Frente de Todos no tomen distancia de su administración. Cenó con el gobernador Axel Kicillof en La Plata, antes del desalojo de la toma de Guernica; recibió a intendentes del Conurbano en la Casa Rosada y estuvo en Lomas de Zamora, junto al jefe local Martín Insaurralde y al ministro Sergio Berni. Buscó dar una muestra de unidad para acallar la interna oficialista.

La primera reacción del Presidente a la misiva de Cristina había sido inversa: su enojo se manifestó en el montaje de la foto junto a Sergio Massa y Vilma Ibarra mientras caminaban entre la Rosada y el CCK, el 27 de octubre, en la previa del acto de homenaje a Néstor Kirchner a diez años de su muerte. Justamente el titular de la Cámara de Diputados y la secretaria Legal y Técnica habían sido mencionados por Cristina como ejemplos de los rencores que tuvo que superar para armar el FdT.

Pero la ausencia del cristinismo en el acto del CCK –Máximo Kirchner prefirió aparecer ese día en Lomas junto a Insaurralde- generó la impresión de que la coalición gubernamental atraviesa fuertes desavenencias políticas. Hasta el ministro Martín Guzmán, un funcionario prudente a la hora de las declaraciones, se quejó de que la toma del campo de la familia Etchevehere en Entre Ríos, por un aliado como Juan Grabois, era contraria a la lógica de estabilización de la economía, y la búsqueda de las necesarias inversiones argentinas o extranjeras.

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Máximo tuvo otra actitud que no contribuyó a disipar los rumores: desistió de dar el discurso de cierre del bloque oficialista antes de la votación del Presupuesto 2021 en la Cámara baja. Sus colaboradores alegaron que estaba siguiendo en detalle el desalojo de Guernica, aunque ese vacío político pudo haber sido interpretado como una falta de acuerdo con el rumbo económico que tomó el Gobierno. En el horizonte está el acuerdo con el FMI, con un programa de tres años.

LA JUGADA DE CARRIÓ

Los crujidos políticos también están a la orden del día en la oposición. La que jugó fuerte esta semana fue Carrió, quien recibió en su casa de Exaltación de la Cruz a Larreta y Vidal, la dupla del PRO que le discute el liderazgo a Macri. Desde su “retiro” bonaerense, la jefa de la Coalición Cívica trata de reunir voluntades para su última cruzada: el inesperado apoyo al nombramiento del juez Daniel Rafecas, el candidato del presidente Fernández, como procurador general de la Nación.

De otro modo, estima Carrió, el cristinismo avanzará con la imposición de un “fanático” en el cargo que ejerce en forma interina el procurador Eduardo Casal. Ya se invocó al senador Oscar Parrilli, presidente del Instituto Patria, y también a la abogada Graciana Peñafort. “Lilita” llegó a hablar con Rafecas para pedirle que no retire su postulación. Y el magistrado, en una señal coincidente, advirtió públicamente que la daría de baja si el oficialismo cambia el sistema de designación.

Pero Carrió enfrenta la desconfianza que genera Rafecas en Juntos por el Cambio desde que archivó la investigación del fiscal Alberto Nisman sobre el memorándum con Irán, sin iniciar siquiera una investigación. Para contrarrestar, la líder de la Coalición Cívica apela a un argumento similar al que utilizó Raúl Alfonsín ante la reforma constitucional de 1994, promovida por el menemismo: hay que preservar el funcionamiento de las instituciones ante un eventual avasallamiento político.

Larreta está de acuerdo con Carrió y lo dejó en claro a través de su segundo, Diego Santilli; y Vidal sigue los pasos del alcalde porteño. Pero Macri, Patricia Bullrich y Miguel Pichetto aún no están convencidos y se inclinan por un rechazo al nombramiento de Rafecas, con el que también coincidirían varios dirigentes radicales. El próximo “zoom” de la mesa nacional de JxC estaba previsto en 15 días, pero se adelantó para mañana. Carrió calentó la previa: “No hay estrategia ni conducción para sostener la República”, dijo en tono de sentencia.

La reunión en la casa de Carrió, que no contó con la asistencia de radicales, dejó otra señal política: la principal coalición opositora empezó a asimilar la derrota electoral de 2019 y se prepara ahora para afrontar la contienda de 2021, con la idea de que el presidente Fernández está debilitado y de que Cristina no cejará en su avance en posiciones de poder dentro del Gobierno. En el oficialismo sospechan, en cambio, que Larreta, Vidal y Carrió intentarán pugnar por el electorado independiente, sin romper lanzas con Macri.

Pero todo dependerá de cómo se configuren las candidaturas, especialmente en territorio bonaerense. Un perfil tendrá el oficialismo con Fernanda Raverta, la titular de Anses y preferida de Cristina a la cabeza de la lista de diputados nacionales, y otro adquirirá con un dirigente no identificado con el kirchnerismo. Más allá de los matices, al FdT se le presentará un cuadro complicado si no logra cambiar la tendencia declinante de la economía en los próximos meses.

LA PERSPECTIVA ECONÓMICA

Una encuesta de la consultora Management & Fit reflejó que el 60,3 por ciento de los consultados a nivel nacional considera que la economía estará “peor” o “mucho peor” en los próximos meses, mientras que en sentido inverso se pronunció solamente el 23,3 por ciento de los encuestados. Como ya se sabe, en momentos de crisis también aumenta la percepción de la corrupción como un problema central del país (35,2 por ciento en octubre), un indicador que no suele beneficiar al oficialismo de turno.

Aunque la oposición todavía carga con el lastre del fracaso económico de la gestión de Macri -como todos los gobiernos en los últimos por lo menos 70 años-, el expresidente no hizo todavía una autocrítica al respecto y sigue con la misma lógica política que le alcanza con mostrarse como la contracara del ultrakirchnerismo. Por eso estuvieron Bullrich y Pichetto en La Paz, Entre Ríos, junto a Luis Miguel Etchevehere, cuyo volumen político creció gracias a Grabois.

Larreta, en cambio, ensayaría un suave aterrizaje hacia un discurso proclive al desarrollismo, en sintonía con dirigentes que recibieron duros reproches de Macri como Rogelio Frigerio y Emilio Monzó. Por cierto, un diputado riojano que había llegado a JxC de la mano de ese sector filoperonista del macrismo, Felipe Álvarez, se fue del interbloque opositor justo antes de la última sesión de la Cámara baja y terminó votando a favor del Presupuesto nacional para 2021. El radicalismo se abstuvo y subrayó varias críticas, además que todos sus dirigentes coincidieron en considerar los números contenidos en la ley de leyes “son un dibujo”.

El país ingresa a los últimos dos meses de un año trágico, con más de 30.000 muertos a causa del coronavirus, en medio de una crisis económica agravada por la extensión de la cuarentena. La segunda ola de la pandemia que se registra en Europa genera aún más incertidumbre, a la que Cristina calificó de “agobiante”. Y el diálogo político parece sólo un enunciado cuando el oficialismo avanza sobre la Justicia lo que genera una áspera reacción de los opositores.