No le hace bien a la vida democrática el intento de toma de la Municipalidad

El intento de toma del edificio de la Municipalidad de La Plata por un sector de militantes e integrantes de las llamadas organizaciones sociales y políticas que, con palos y otras armas caseras, quisieron ingresar al palacio de gobierno comunal, desatándose incidentes en las puertas del playón de calle 11 entre 51 y 53, no puede reiterarse y debe ser rechazado en forma categórica por tratarse de una metodología antidemocrática.

Tal como pudo verse, los cerca de cuatrocientos militantes políticos que intentaron ingresar a la Municipalidad pertenecían a agrupaciones como la Corriente Clasista y Combativa, el Movimiento Evita y otras, en tanto que con posterioridad, desde fuentes del radicalismo platense, al repudiarse en un comunicado esa actitud, se indicó que también hubo manifestantes de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular y de Libres del Sur.

El reclamo se había iniciado con un corte de calle sobre 12 entre 51 y 53, para pedir que se le entregara alimentos a los grupos que manejan a estas organizaciones, y no a los comités barriales de acuerdo a un esquema que se habría prefijado entre el Municipio, los concejales opositores y oficialistas, así como con representantes de la Iglesia y de la Universidad.

Las filmaciones obtenidas permitieron ver cuando los manifestantes intentaron luego acceder por el contrafrente de la sede comunal, pudiéndose ver entre ellos a ex funcionarios y ex concejales. Luego de momentos de suma tensión, con empujones y algunos golpes, personal de seguridad del Municipio logró impedir la entrada de la columna al palacio comunal.

El intento de ocupación de un edificio gubernamental rompe con las reglas básicas de la convivencia democrática y pretende, en definitiva, dejar como mensaje que el que ejerce mayor violencia sería el que tiene razón, desnaturalizándose así todo orden institucional. Ningún partido político puede apoyar esa actitud porque son los medios para la pacífica participación de todos los sistemas democráticos.

El episodio registrado este miércoles en La Plata, similar a los ocurridos antes con los edificios municipales de Junín y Olavarría –es decir, se habla de tres distritos gobernados por partidos opositores al actual oficialismo en la Provincia- reviste gravedad, en la medida en que también deja al descubierto actitudes totalitarias e impropias del sistema republicano y democrático que los argentinos deben defender, por encima de cualquier parcialidad o maniobra electoralista.

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Un viejo reclamo impositivo

Además de inadmisible, sería desalentador suponer que estas actitudes sectoriales pudieran contar con el respaldo de los principales dirigentes de la política, por cuanto ello abriría alternativas propicias para desnaturalizar la convivencia democrática que tanto costó recuperar y mantener en la Argentina.

Nuestro país enfrenta actualmente una realidad sumamente crítica, convulsionada por los múltiples efectos negativos que se desprenden de la terrible pandemia del coronavirus. Atraviesa, también, una acuciante crisis económica, en un contexto de necesidades y carencias que afectan a todos los quehaceres comunitarios.

Lo que corresponde, entonces y en primer lugar, es que se desarmen los espíritus y se calmen los ánimos.

Existen ejemplos, aún cercanos, como el que dejaron los máximos líderes de los dos partidos mayoritarios de la Argentina que, luego de décadas de enfrentamientos, sellaron en 1972 un acuerdo histórico, una carta de coincidencias políticas en la que dejaron superados los antiguos enfrentamientos. En aquellas horas también críticas, el acuerdo Perón-Balbín permitió que la mayoría de los argentinos, que habían sido enemigos, pasaran a ser tan solo adversarios. Los argentinos de hoy no deberían alejarse de ese rumbo y, por el contrario, consolidar la convivencia y el respeto al imperio de la ley.