Las jubilaciones y el déficit

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En setiembre de 2017, antes que se desatara la actual crisis cambiaria e inflacionaria, la jubilación media era de $212.000, a precios de hoy. La inflación del 27 por ciento anual.

Unos meses después, más precisamente en abril de 2018, comienza la crisis cambiaria y la inflación se acelera. El anterior gobierno entrega el poder en diciembre de 2019 con la jubilación media 11 por ciento inferior en términos reales. Pasó a ser entonces de $190.000 a precios de hoy. La inflación en 2019 había escalado al 54 por ciento.

Sube la inflación, caen las jubilaciones y el déficit primario también cae. Pasó de -3,8 por ciento del PIB en 2017 a -0,4 por ciento en 2019.

Entre diciembre de 2019 a setiembre de 2023 la jubilación media, que ya era 11 por ciento inferior en términos reales respecto a setiembre del 2017, cayó otros 24 por ciento ubicándose en setiembre de 2023 en $143.800. La inflación anual en setiembre de este año fue de 138 por ciento.

El gobierno hace caer las jubilaciones en términos reales para hacer populismo (subsidios a las tarifas, planes sociales, empleo público) y a los jubilados de la mínima, les dice: “No te voy a perjudicar, te dejo con el bono en la situación que estabas en diciembre de 2019, cuando asumimos”.

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En el balance los que pagaron el populismo son los jubilados que tienen haberes por encima de la mínima más el bono. Los que tienen la jubilación media pasaron de $212.000 en setiembre de 2017 a tener hoy $143.800. Perdieron $68.000. Este es el costo del populismo para los jubilados.

encrucijada

El gasto previsional en 2017 era de 8 por ciento del PIB. En 2019 bajó a 7,2 por ciento del PIB gracias a la licuación de jubilaciones con la inflación.

Actualmente se estima que el gasto previsional está en el orden del 6,2 por ciento. Esta disminución en términos de PIB se explica por la escalada inflacionaria pasando del 27 por ciento en 2017 a 54 por ciento en 2019, y a 170 por ciento en el 2023.

Esta es la paradoja del “político inflacionario”: aspira a bajar el gasto público para desacelerar la inflación; pero resulta que cuando baja la inflación, le vuelve a subir el gasto, entonces, se da cuenta que necesita de la inflación para tener el gasto contenido.

Esta es la paradoja del proyecto de Presupuesto 2024: usa como supuesto que la inflación en 2023 será de 136 por ciento y automáticamente en el Excel donde hacen los cálculos el gasto previsional se va a 7,2 por ciento del PIB.

Para 2024 se hace el supuesto de que la inflación será 70 por ciento y el fatídico Excel manda el gasto previsional a 7,6 por ciento del PIB. Pero con un dígito de inflación, da 9 por ciento del PIB.

Por esta razón, de nada sirve mostrar reducciones de gasto público y déficits fiscales en porcentaje del PIB cuando la inflación está escalando.

Si la inflación -por milagro- empieza a descender automáticamente vuelve a subir el gasto público y el déficit en porcentaje del PIB.

De aquí que para bajar la inflación se necesita un ordenamiento integral del Estado en sus tres niveles de gobierno (nacional, provincial y municipal) para profesionalizar la gestión pública, ordenar las funciones de cada nivel de gestión y ser lo más eficiente posible para que el equilibrio fiscal sea gracias a políticas de gasto austeras focalizadas en los mayores resultados sociales.

“Si la inflación -por milagro- empieza a descender automáticamente vuelve a subir el gasto público y el déficit en porcentaje del PIB”